Migración y Desarrollo, volumen 20, número 39, segundo semestre 2022, es una publicación semestral editada por la Universidad Autónoma de Zacatecas «Francisco García Salinas», a través de la Unidad Académica de Estudios del Desarrollo, Jardín Juárez 147, colonia Centro, Zacatecas, C.P. 98000, Tel. (01492) 922 91 09, www.uaz.edu.mx, www.estudiosdeldesarrollo.net, revistamyd@estudiosdeldesarrollo.net. Editor responsable: Raúl Delgado Wise. Reserva de Derechos al Uso Exclusivo Vía Red Cómputo No. 04-2015-060212200400-203. ISSN: 2448-7783, ambos otorgados por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Responsable de última actualización: Unidad Académica de Estudios del Desarrollo, Maximino Gerardo Luna Estrada, Campus Universitario II, avenida Preparatoria s/n, fraccionamiento Progreso, Zacatecas, C.P. 98065. Fecha de la última modificación, diciembre de 2022.

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https://doi.org/10.35533/myd.numero39

Migración, informalidad e intercambio desigual en el contexto del proceso de integración regional México-Estados Unidos

Migration, informality and unequal exchange in the context of Mexico-USA regional integration

Recibido 14/10/22 | Aceptado 01/11/22

Raúl Delgado Wise* | Francisco J. Caballero Anguiano** | Selene Gaspar Olvera**

*Mexicano. Docente investigador de la Unidad Académica en Estudios del Desarrollo, Universidad Autónoma de Zacatecas. Presidente de la Red Internacional de Migración y Desarrollo. Correo-e: rdwise@uaz.edu.mx.
**Mexicanos. Investigadores de la Unidad Académica en Estudios del Desarrollo de la Universidad Autónoma de Zacatecas. Correo-e: francisco.caballero@uaz.edu.mx | Correo-e: selene.gasparolvera@gmail.com

Resumen. Este trabajo analiza la compleja relación entre migración e informalidad, en el contexto del proceso de integración regional asimétrico y subordinado entre México y Estados Unidos bajo el neoliberalismo. Se argumenta que uno de los principales motores de la migración mexicana contemporánea es la desigual distribución del sector informal —y más precisamente, del ejército industrial de reserva— entre ambos países. En ese sentido, México opera como zona estratégica de reserva y reproducción social de fuerza de trabajo para satisfacer la creciente demanda laboral de Estados Unidos a través de la migración, al revelar que la reproducción del ejército industrial de reserva es esencialmente de carácter transnacional. Se plantea que el principal vínculo entre migración e informalidad desde abajo es a través de las remesas. Además, en el marco de la dinámica de la informalidad desde arriba se desencadena un creciente flujo de migración mexicana calificada y altamente calificada hacia Estados Unidos, en sincronía con el fortalecimiento de la innovación y de las actividades intensivas en conocimiento en ese país..

Palabras clave: migración forzada, informalidad desde abajo, informalidad desde arriba, desarrollo desigual, integración regional asimétrica..

Abstract. This article analyzes the complex relationship between migration and information, within the context of the asymmetrical and subordinated regional integration process between Mexico and the United States of America under neoliberalism. It argues that one of the principal drivers of contemporary Mexican migration is the unequal distribution within the informal sector —more precisely, of the industrial reserve army—between both countries. In this sense, Mexico operates as a strategic zone of labor force reserve and its social reproduction, satisfying the growing demand for labor in the United States through migration, showing that the reproduction of the industrial reserve army is essentially transnational in character. The article suggests that the key linkage between migration and informality from below occurs via remittances. Furthermore, within the framework of informality dynamic from above a growing flow of skilled and highly skilled Mexican migration is transferred to the United States, in tandem with the strengthening of innovation and knowledge-intensive activities in that country.

Keywords: forced migration, informality from below, informality from above, unequal development, asymmetrical regional integration.

Introducción

La informalidad se ha convertido en un rasgo destacado del capitalismo contemporáneo. Según las cifras de la Organización Internacional del Trabajo (OIY), 60 por ciento de la población activa mundial está inscrita en sus filas. Aunque no existe una correspondencia unívoca entre la informalidad y el ejército industrial de reserva de fuerza de trabajo, ambos están estrechamente relacionados y se reflejan en el mismo espejo: el de la etapa avanzada y decadente del capitalismo en la que estamos inmersos. Otra característica de tal fenómeno es que la enorme masa de población supernumeraria que caracteriza la fase actual del capitalismo, i. e. la globalización neoliberal, se distribuye de manera desigual en el horizonte Norte-Sur o centro-periferia: mientras que su dimensión en los países de bajos ingresos supera 90 por ciento, en los de altos ingresos tiende a ser inferior a 20 por ciento (OIT, 2019). Esto, a su vez, se asocia con el curso que ha seguido la migración contemporánea, acompañada de un profundo tejido transnacional en el seno de la informalidad entre los países de origen y destino a través de las remesas.

Otro resultado crítico de la reestructuración neoliberal ha sido el desplazamiento de partes del proceso de producción manufacturera global hacia el Sur en busca de fuerza de trabajo barata y flexible, a través de la generación de plataformas de exportación que operan como economías de enclave. Ello ha generado una nueva división internacional del trabajo entre actividades intensivas en fuerza de trabajo y actividades intensivas en conocimiento. En este contexto también ha surgido una creciente ola de migración calificada y altamente calificada del Sur al Norte, lo que ha dado lugar a una compleja y diversa red de informalidad desde abajo y desde arriba (Slavnic, 2010).

Al respecto, el objetivo principal de este trabajo es profundizar en torno a dichas cuestiones, con el análisis de lo que concebimos como un caso paradigmático: la relación transnacional entre migración e informalidad configurada por la integración asimétrica y subordinada de México con Estados Unidos durante las dos últimas décadas. En la primera sección se analizan los aspectos fundamentales de la reestructuración neoliberal entre ambos países. La segunda se centra en las dimensiones, la naturaleza y las características de la informalidad en Estados Unidos con especial énfasis en la participación de los migrantes mexicanos, documentados o no, en ese escenario. En tercer lugar, se examina la dinámica transnacional del ejército industrial de reserva de fuerza de trabajo, al explorar los vínculos de los migrantes mexicanos con el sector informal en México mediante las remesas. En la cuarta sección se aborda el análisis de la informalidad desde arriba, sus características y dinámica. Y por último, a manera de conclusión, se ofrece una serie de reflexiones finales.

Aspectos clave del proceso de reestructuración neoliberal México-Estados Unidos

El capitalismo y el imperialismo contemporáneos se caracterizan por el predominio del capital monopolista en prácticamente todos los ámbitos del sistema mundial. A tal grado ha perdurado este predominio que Samir Amin (2014) se refiere a la fase actual del desarrollo capitalista como la era de los monopolios generalizados. En ese contexto, el capital monopolista no sólo ha incrementado sus niveles de concentración y centralización —siguiendo la ley general de acumulación de capital de Marx—, sino que simultáneamente ha experimentado una profunda metamorfosis distinguida por la separación y redistribución espacial de las distintas fases del proceso productivo, al aprovechar los enormes diferenciales salariales que prevalecen entre países y regiones, es decir, el llamado arbitraje laboral global (Delgado y Martin, 2015). Esto, a su vez, ha llevado a una redistribución geográfica de la producción manufacturera entre las actividades intensivas en fuerza de trabajo y las actividades intensivas en conocimiento, donde las primeras se ubican sobre todo en los países periféricos.

Es importante reconocer que este fenómeno no implica una industrialización de la periferia, sino un proceso doblemente regresivo que se ha conceptualizado como subprimarización económica (Cypher y Delgado, 2008). Ello significa que, lejos de avanzar hacia un modelo basado en la exportación manufacturera, lo que en realidad se está exportando bajo la apariencia de manufacturas exportadas es la fuerza de trabajo, sin que ésta salga del país. No hay que olvidar que las plantas de ensamblaje instaladas en los países periféricos operan con insumos importados y regímenes de exención tributaria, lo que implica que la sustancia de los bienes manufacturados exportados es la fuerza de trabajo incorporada al proceso productivo. Por tanto, supone una exportación indirecta o incorpórea de fuerza de trabajo con la apariencia de exportación de productos manufacturados (Cypher y Delgado, 2012; Márquez y Delgado, 2011). Tal modalidad de exportación conlleva también una modalidad transnacional de informalidad desde arriba (Slavnic, 2010).

Concerniente a la génesis e implicaciones de esta peculiar modalidad de exportación son relevantes tres consideraciones. La primera alude a la implantación de los programas de ajuste estructural como pilares del proceso de reestructuración neoliberal basado en la tríada de apertura comercial, privatización y desregulación. El objetivo de esos programas, impuestos por el Banco Mundial (BM) y el Fondo Monetario Internacional (FMI), fue —y sigue siendo— el desmantelamiento y desarticulación del aparato productivo de dichas economías con el fin de rearticular diversos procesos productivos en una relación asimétrica y subordinada a la dinámica de acumulación de las principales potencias imperialistas bajo el comando del capital monopolista.

La segunda consideración, como corolario o consecuencia de este trascendental cambio, es una destrucción de los mercados laborales que da paso a lo que algunos analistas han descrito como un semiproletariado o «precariado» periurbano (Standing, 2011; Sotelo, 2015), así como una población excedente que es arrojada a las filas de la informalidad u obligada a emigrar en dirección Sur-Norte. La exportación directa de fuerza de trabajo, a través de la migración laboral internacional, está sujeta a una alta vulnerabilidad y a severas limitaciones referentes a sus derechos laborales y humanos. Tómese en consideración que dentro de la égida neoliberal se liberaliza el comercio de todas las mercancías, excepto la fuerza de trabajo, lo que somete a los trabajadores migrantes a regímenes restrictivos que generan, como política de Estado, una creciente masa de trabajadores «ilegales» que, como en el caso de Estados Unidos, paga impuestos sin recibir prestaciones sociales.

Esta fuerza de trabajo, catalogada como «ilegal» independientemente de la demanda del mercado laboral, es sometida a condiciones de superexplotación, discriminación y xenofobia; situación que no sólo oculta los importantes aportes que los migrantes hacen a las economías y sociedades de destino, sino que contribuye a criminalizarlos y convertirlos en «enemigos públicos» con relevantes dividendos políticos para la extrema derecha neoliberal.

Hay que tener en cuenta también que la fuerza de trabajo migrante no crece por generación espontánea, ni fue educada de modo, más allá de su nivel de estudios. Los costos de reproducción social, educación y formación son asumidos por las familias del emigrante y el fondo de capital social administrado por el Estado del país de origen. Los costos, cuando se comparan con la acumulación de remesas enviadas a sus países de origen, suelen ser mucho más onerosos. Esto implica que, en contra de lo que proclaman el BM y otras instituciones al servicio de los intereses de Estados Unidos y otras potencias imperialistas, las remesas —y por tanto la migración laboral— no representan un subsidio Norte-Sur, sino exactamente lo contrario: un subsidio Sur-Norte (Delgado y Gaspar, 2018).

La tercera consideración es que además de la exportación directa de fuerza de trabajo, su forma indirecta o incorpórea de exportación profundiza las relaciones de intercambio desigual entre países periféricos y desarrollados, dado que por medio de las plantas de ensamblaje —la mayoría de ellas sometidas a arreglos de comercio intrafirma y subcontratación— lo que en realidad se está transfiriendo al exterior es, en esencia, el total de las ganancias, es decir, todo el stock de plusvalía incorporado al bien exportado. Representa una modalidad de intercambio desigual que, a escala internacional, se asemeja al intercambio que se produce entre trabajo y capital al seno del proceso de producción. Es difícil imaginar una modalidad más severa de intercambio desigual entre países, con el agravante de que lo que queda en el país de origen son salarios y beneficios muy inferiores a los que se otorgarían en el país de destino.

Se gestan así los cimientos de una nueva división internacional del trabajo basada en la exportación directa e indirecta o incorpórea de fuerza de trabajo, aunque esta fase inicial se nutra de una oferta ilimitada de fuerza de trabajo poco o relativamente poco calificada. Más aún, en el capitalismo contemporáneo dicho tipo de exportación adquiere su connotación más amplia al incorporar el segmento de fuerza de trabajo calificada y altamente calificada. Lo anterior, además de desencadenar nuevas y extremas modalidades de intercambio desigual, implica una reconfiguración de las relaciones de dependencia en un sentido hasta ahora inédito: una creciente dependencia en el centro de fuerza de trabajo científica y tecnológica proveniente de la periferia (Delgado, 2021).

El caso mexicano resulta paradigmático en ese sentido. A diferencia de otros países latinoamericanos en los que predominan dinámicas de reprimarización y desindustrialización, el modelo neoliberal implantado en México corresponde, en esencia, a un modelo de exportación de fuerza de trabajo, tanto por la importancia de las plataformas de ensamblaje instaladas en el país, hegemonizadas por el sector automotor, como por su contraparte o corolario: la migración laboral (Cypher y Delgado, 2012). La contundencia con la que opera dicho modelo se manifiesta, por un lado, en que las exportaciones automotrices y las remesas figuran como las principales fuentes de divisas en el país y, por otro, en el crecimiento exponencial que ha experimentado la migración laboral que, en un tiempo relativamente corto, posicionó a México a la cabeza de la migración mundial, apenas por debajo de la India. A esto último se suma, recientemente, el fuerte dinamismo alcanzado por la migración calificada y altamente calificada. Tómese en cuenta que entre 1990 y 2019 el volumen de profesionales mexicanos en el exterior pasó de 161 mil a 1.48 millones y el de posgraduados de 48 mil a 308 mil (Delgado, Chávez y Gaspar, 2021).

En efecto, cabe advertir que este fenómeno a) implica nuevas y mayores modalidades de intercambio desigual y b) da paso a una nueva geografía regional e internacional del capital y del trabajo, la cual entraña el surgimiento de sucesivos y simultáneos procesos de relocalización y reorientación de la producción, el comercio y los servicios. También engendra nuevas modalidades de explotación y precarización laboral en el ámbito de una conspicua transnacionalización del ejército de reserva del trabajo.

La migración mexicana y la informalidad en el contexto estadounidense

De acuerdo con los preceptos de la ley general de acumulación de capital, el propio sistema engendra un ejército de reserva de fuerza de trabajo, cuya función principal es garantizar el suministro duradero y abundante de fuerza de trabajo al capital en condiciones baratas, disciplinadas, flexibles y desechables. La contratante distribución geográfica del ejército laboral de reserva refleja la dinámica de desarrollo desigual inherente al sistema capitalista mundial. Esta dinámica, que alcanza niveles extremos en el contexto de la globalización neoliberal, cristaliza en una distribución sustancialmente desigual del ejército laboral de reserva entre el centro y la periferia del sistema. De acuerdo con datos de la OIT (2019), mientras que un promedio de 60 por ciento de la fuerza de trabajo mundial se encuentra en el sector informal, en los países de bajos ingresos esa proporción se encuentra en el rango de 90 por ciento, y en los países de altos ingresos, alrededor de 20 por ciento. La distribución desigual del ejército laboral de reserva contrasta con la distribución mundial del capital y la riqueza y se convierte en uno de los principales motores de la migración contemporánea en dirección Sur-Norte.

Para nuestros fines analíticos, el sector informal podría identificarse grosso modo con el ejército laboral de reserva, sin negar la necesidad de una diferenciación específica de clase o subclase entre uno y otro. Con el propósito de desentrañar la relación entre informalidad y migración, el caso de la integración regional asimétrica entre México y Estados Unidos es paradigmático. Por un lado, Estados Unidos se ubica como la primera potencia capitalista/imperialista y el mayor país receptor de inmigrantes en el mundo y, por el otro, México ha experimentado un profundo proceso de reestructuración neoliberal —como se refirió en la sección anterior— al convertirse en el segundo país con mayor emigración en el mundo y en el principal «socio» comercial de Estados Unidos, así como su más importante proveedor de fuerza de trabajo.

Cuantificar con precisión la informalidad no es una tarea fácil, sobre todo cuando, como en el caso de Estados Unidos, no existen estadísticas específicamente desarrolladas para ello. Aunque no se cuenta con un método estandarizado que mida la informalidad, hay varias características o criterios a través de los cuales se puede definir y medir. Tales características incluyen a los trabajadores que a) no pagan impuestos; b) no reciben prestaciones sociales; c) carecen de derechos laborales fundamentales: pensiones, sindicalización, vacaciones, etcétera; d) trabajan en condiciones de ingresos precarios (por debajo del salario mínimo); y e) son migrantes indocumentados, o una combinación de estas características.

En este análisis, el caso específico de Estados Unidos, se considera que un trabajador es informal si cumple con al menos una de las siguientes condiciones: trabaja por cuenta propia, no está incorporado al régimen legal correspondiente, no es remunerado, tiene ingresos inferiores al salario mínimo nacional (7.25 dólares por hora), no está sindicalizado, no ha firmado un contrato o no cuenta con un seguro médico ofrecido por el empleador.

Con base en las consideraciones anteriores y en la información disponible proporcionada por las agencias estadounidenses que realizan censos y encuestas en materia demográfica y laboral, en la siguiente sección se ofrece una estimación de la informalidad —también denominada economía sumergida (shadow economy)— en la economía estadounidense (Schneider, 2012), incluyendo, para efectos de comparación, datos relacionados con la informalidad en México.

El periodo de expansión de los movimientos sindicales en Estados Unidos después de la Segunda Guerra Mundial dejó un sólido precedente de conquistas en los beneficios laborales en términos de seguridad social y pensiones, que se han ido reduciendo con el tiempo (Alderslade, Talmagey Freeman, 2006). Asimismo, la determinación del salario mínimo se vincula a la definición de un nivel de ingresos que —al menos idealmente— garantice la adecuada reproducción del trabajador y su familia.

Si bien después de la Segunda Guerra Mundial hubo una relativa recuperación de los salarios ésta se centró en el sector formal, donde se encuentra 65 por ciento de los trabajadores nativos (véase cuadro 1). De un total de 123 millones de empleados, que incluyen 10 millones de descendientes de mexicanos, 80 millones se hallan en el sector formal (65 por ciento). En el caso de los migrantes mexicanos, la informalidad alcanza 52.9 por ciento, en contraste con 37.6 por ciento de los inmigrantes no mexicanos. Además, el nivel de informalidad para los migrantes mexicanos sin ciudadanía estadounidense (donde se ubican los indocumentados) alcanza 59 por ciento. Esta cantidad supera la tasa de informalidad observada en México (56.7 por ciento).

Cuadro 1
Población con empleo informal en Estados Unidos y México, por estatus migratorio, 2021

Fuente: estimaciones de los autores con base en U.S. Bureau of Labor Statistics (marzo de 2021e INEGI (17 de mayo de 2021).

Cabe añadir que la informalidad suele identificarse con la «ilegalidad» y la llamada economía subterránea o en la sombra (Fleming, Roman y Ferrell, 2000). Esa percepción oscurece el argumento de que la informalidad es una característica inherente a la dinámica de acumulación de capital, que opera como espacio de maniobra para la reducción de los salarios y la transferencia de excedentes dentro de los países y entre ellos (Ibarra y Ruelas, 2006). Según dicha visión, la informalidad se refiere a las empresas y trabajadores que operan fuera de los marcos legalmente autorizados, circunstancia que eclipsa el hecho de que se trata de trabajadores superexplotados que a menudo se dedican a trabajos necesarios.

Si se parte de que un segmento importante de la fuerza de trabajo inmigrante, y en particular de la mexicana, se ubica en el sector informal (34.4 por ciento y 52.9 por ciento, respectivamente), es preciso reconocer que existe una creciente necesidad de trabajadores extranjeros para satisfacer la demanda laboral de Estados Unidos, dada la dinámica de acumulación de capital y el envejecimiento de la población nativa. En los últimos 21 años (20002021) esa demanda ha crecido a un ritmo mucho más rápido que el aumento de la oferta nacional (cuadro 2).

Cuadro 2
Población ocupada en Estados Unidos, por origen étnico, 20002021

*Población de 14 años y más en febrero de 2021.

Fuente: estimaciones de los autores con base en U.S. Bureau of Labor Statistics (marzo de 2000; marzo de 2021) e INEGI (2001; 17 de mayo de 2021).

Aunque los mexicano-estadounidenses de segunda y tercera generación han contribuido de forma relevante a la oferta nacional de fuerza de trabajo (34 por ciento), sigue existiendo una creciente necesidad de fuerza de trabajo extranjera para cubrir el aumento de la demanda en Estados Unidos. De los 15 millones de puestos de trabajo creados entre 2000 y 2021, sólo 6.3 millones (39 por ciento) fueron proporcionados por los trabajadores nativos, mientras que 9.5 millones (61 por ciento) por extranjeros, de los cuales 2.5 millones (15.9 por ciento) nacieron en México. Por lo tanto, casi 50 por ciento de la demanda laboral de Estados Unidos en ese periodo fue cubierta por migrantes mexicanos (15.9 por ciento) y mexicano-estadounidenses (34 por ciento).

A pesar del amplio espectro de ocupaciones estadounidenses que cubren los migrantes mexicanos, en todos los sectores y desde los de baja a los de alta calificación, 52.9 por ciento se situó en el sector informal, con una participación significativa de los migrantes indocumentados (véase cuadro 3). Mientras que una ligera mayoría de los inmigrantes documentados o legales están empleados en el sector formal (51.5 por ciento), en el caso de los indocumentados, casi 60 por ciento se ubica en las filas de la informalidad. Más allá de la débil correlación observada entre informalidad y migración indocumentada, es importante reconocer que muchos inmigrantes, documentados o no, participan en trabajos formales e informales.

Cuadro 3
Migrantes mexicanos en Estados Unidos por tipo de empleo y estatus migratorio, 2021

Fuente: estimaciones de los autores con base en U.S. Bureau of Labor Statistics (marzo de 2021).

Concerniente a la participación por sector económico de los migrantes mexicanos, más de la mitad del empleo —aparte de los servicios comerciales y sociales— se asocia con actividades en el sector informal (véase cuadro 4). Esto contrasta con el espectro ocupacional de los mexicano-estadounidenses, en el que el empleo informal es, en promedio, menor a 35 por ciento, con excepción de los servicios personales. Un patrón similar se observa para otros nativos e inmigrantes no mexicanos.

En el caso de México, el empleo en el sector informal es semejante al de los migrantes mexicanos en Estados Unidos, con la excepción de los servicios productivos, y se caracteriza por la persistencia de condiciones laborales precarias.

Cuadro 4
Participación de la población ocupada en el sector informal en Estados Unidos y México, por sector de actividad, 2021

Fuente: estimaciones de los autores, basadas en U.S. Bureau of Labor Statistics (marzo de 2021), INEGI (primer trimestre 2021).

En comparación con los nativos y otros migrantes, las condiciones laborales a las que se enfrentan los migrantes mexicanos en el mercado de trabajo estadounidense son bastante onerosas y contrastadas (véase cuadro 5):

a) 64.2 por ciento no tiene acceso a un seguro médico ofrecido por el empleador en comparación con 48.6 por ciento de los mexicano-estadounidenses y 41 por ciento del resto de los nativos.

b) 76.4 por ciento carece de un plan de pensiones ofrecido por el empleador en contraste con 62.5 por ciento de los mexicano-estadounidenses y 56.6 por ciento de otros nativos.

c) 40.2 por ciento de los migrantes mexicanos carece de cualquier tipo de cobertura de salud, mientras que esta situación es menos limitada para los demás migrantes (14.1 por ciento), los mexicano-estadounidenses (16.6 por ciento) y el resto de los nativos (7.7 por ciento).

d) El ingreso medio anual de los inmigrantes mexicanos (44 mil 764 dólares) es significativamente menor que el de los otros migrantes (70 mil 131 dólares), los mexicano-estadounidenses (57 mil 625 dólares) y otros nativos (83 mil 846 dólares).

Cuadro 5
Estados Unidos: indicadores de privación social y precariedad laboral, 2021

Fuente: estimación de los autores con base en U.S. Bureau of Labor Statistics (marzo de 2021).

La situación anterior se ve favorecida por la presencia de prácticas discriminatorias asociadas a un discurso antiinmigrante. Frente a ese discurso, es fundamental reconocer que la mayoría de los inmigrantes, documentados o no, pagan impuestos directos (Nightingale y Wandner, 2011) —a través de sus contribuciones al seguro social y a la Ley Federal de Contribuciones al Seguro (FICA)— e indirectos por vía del consumo y que se enfrentan a una relación desproporcionadamente desigual entre las contribuciones fiscales y los beneficios públicos en comparación con los nativos y otros inmigrantes (véase gráfica 1). En efecto, por cada dólar de impuestos pagados, los migrantes mexicanos sólo reciben 40 centavos en prestaciones sociales, y en el caso de los indocumentados este saldo se reduce a 20 centavos.

Existe, por tanto, una transferencia, a menudo oculta y no reconocida, de prestaciones sociales públicas de los inmigrantes provenientes de países periféricos, y en particular de los migrantes mexicanos, indocumentados o no, a los nativos en el ámbito del sistema fiscal y de prestaciones sociales públicas de Estados Unidos, en el que la migración indocumentada y la informalidad desempeñan un papel importante y no visible. Esto permite a los nativos recibir hasta 1.4 dólares de prestaciones sociales públicas por cada dólar pagado de impuestos.

Gráfica 1
Relación entre impuestos y beneficios sociales, 2008

Fuente: estimaciones basadas en Federal Insurance Contributions Act; U.S. Bureau of Census (2008); y Delgado, Márquez y Gaspar (2015).

Por último, otro rasgo del mito que rodea la informalidad y la migración indocumentada (véase cuadro 6) es el supuesto de que la migración irregular es esencialmente un acto delictivo. Al respecto, es pertinente reconocer lo siguiente:

a) Entre 2000 y 2021 la población empleada en Estados Unidos creció en 15.5 millones.

b) Los inmigrantes representaron 9.4 millones (60.6 por ciento) de trabajadores para satisfacer la demanda laboral.

c) Durante ese periodo el número de visas temporales concedidas aumentó en 600 mil. Ello significa que 8.8 millones de puestos de trabajo demandados tuvieron que ser cubiertos con visas permanentes.

d) Sin embargo, el límite anual de visas permanentes es de 140 mil, lo que implica que sólo 2.9 millones de inmigrantes pudieron obtener un estatus legal en el mercado laboral estadounidense durante ese periodo.

e) En consecuencia, la política de inmigración de Estados Unidos propició un déficit de 6.5 millones de visas para satisfacer la demanda del mercado laboral (suponiendo que la tasa media de desempleo del periodo fuese similar a la del periodo de posguerra, 5 por ciento).

Cuadro 6
Migración mexicana a Estados Unidos por estatus migratorio, 2021

Fuente: estimaciones propias basadas en U.S. Bureau of Labor Statistics (marzo de 2021).

Ante estas circunstancias, ¿se puede considerar la migración indocumentada como un acto criminal? ¿O se trata, más bien, de una política de Estado enmarcada en una estrategia imperialista destinada a disminuir costos y beneficios laborales y a construir un enemigo público para desviar la opinión pública?

Ejército transnacional de reserva de fuerza de trabajo, migración e informalidad desde abajo

El vínculo entre migración e informalidad no puede circunscribirse al ámbito nacional, sino que abarca una dimensión transnacional que a menudo se pasa por alto. El propósito de la presente sección es analizar la migración y la informalidad en un contexto más amplio. Lo primero que hay que tener en cuenta es que, al igual que el capital, el ejército laboral de reserva se reproduce esencialmente a escala mundial. En consonancia con la desigual distribución geográfica del capital y la fuerza de trabajo a lo largo de la división Norte-Sur, el sector informal tiende a ser mucho mayor —como ya se ha mencionado— en los países periféricos que en los países centrales/imperialistas. La proporción del sector informal en el mercado laboral estadounidense es de 35.8 por ciento, mientras que en México es de 56.7 por ciento (véase cuadro 1). En el caso de los migrantes mexicanos, la relación es de 52.9 por ciento y para los que no tienen la ciudadanía estadounidense (en su mayoría migrantes indocumentados) de 59 por ciento.

Una segunda y fundamental consideración alude a los importantes vínculos que existen entre los inmigrantes provenientes de los países periféricos, que en su mayoría trabaja en el sector informal del país de destino, y el sector informal del país de origen. Esos vínculos se cimentan a través de las remesas, que operan como un componente clave para la reproducción familiar en el nivel transnacional. El monto de las remesas transferidas a México en 2021 representó 49 mil millones de dólares.

En contraste con las predicciones iniciales del BM (2021), el monto de las remesas transferidas a México en el contexto de la pandemia de covid-19 se incrementó en 26.3 por ciento entre 2020 y 2021 (véase cuadro 7). Ese crecimiento relevante sugiere que la tendencia al alza que mostraban las remesas bajo el neoliberalismo no se frenó con la pandemia y, por el contrario, aumentó de modo considerable. Este fenómeno puede deberse a que los migrantes mantienen fuertes lazos familiares y comunitarios con sus lugares de origen y ante una emergencia suelen responder reforzando el apoyo a sus familias y comunidades, tanto en origen como en destino. Ésa no es la lógica del capital.

La informalidad engloba condiciones laborales y de vida extremadamente precarias en el país de origen, hasta el punto de que la migración se convierte, más que en una opción, en una necesidad para la reproducción y la supervivencia de la familia. De ahí que muchos miembros de las familias de las zonas marginadas, ya sean rurales o urbanas, tiendan a buscar empleo allende las fronteras como parte de las estrategias de supervivencia de la familia y la comunidad.

Tanto en Estados Unidos como en México, la informalidad es el caldo de cultivo para la reproducción de un núcleo laboral transnacional que ejerce presión sobre la población empleada en ambos lados de la frontera: funciona como un ejército transnacional de reserva de fuerza de trabajo dispuesto a ocupar un puesto de trabajo en empleos mal pagados y en condiciones laborales cada vez más precarias.

Cuadro 7
PIB, remesas e ingresos. Participación de los migrantes mexicanos en Estados Unidos y en México, 2020 y 2021

*El PIB de Estados Unidos corresponde a 2019 y 2020, respectivamente.
**PIB de México (Statista, abril de 2022).
***Contribución del PIB de México a Estados Unidos para 2019 y 2020.

Fuente: estimación de los autores basada en Remesas Banco de México (s/f); BEA (20192020); U.S. Bureau of Labor Statistics (marzo de 2020; marzo de 2021).

En el lado estadounidense, los migrantes mexicanos —legales e indocumentados— ejercen presión para rebajar los salarios de los nativos y de otros migrantes. También pagan impuestos directos e indirectos, sin recibir, como se ha expresado en el apartado anterior, las prestaciones sociales a las que tienen derecho. El sector informal engloba a trabajadores y empresas de primera y segunda categoría que son vitales en la reproducción de un quehacer cultural y socioeconómico polarizado, racista y excluyente.

Dentro de México, la informalidad se asocia a lo que puede concebirse como el polo de subsistencia, caracterizado por la presencia de diversas modalidades de la economía social y solidaria (Utting, 2015; Coraggio, 2020), en el que las fuentes de ingreso varían: desde los programas sociales, las actividades económicas marginales (ya sean legales o ilegales) y fundamentalmente las remesas enviadas por familiares y miembros de la comunidad.

Más allá del discurso simplista que glorifica el impacto de las remesas en la economía del país de origen y magnifica su contribución a la superación de las condiciones y rituales de marginación y pobreza en México y en Estados Unidos, lo cierto es que las remesas y la informalidad son componentes clave de la reproducción transnacional del ejército laboral de reserva. Aunque las remesas representan una fracción de los bajos salarios que reciben los trabajadores migrantes, desempeñan un papel cada vez más significativo en las estrategias de reproducción familiar y comunitaria en los países de origen, incluyendo la formación de una nueva fuerza de trabajo con alta propensión a migrar.

Las remesas también cumplen un papel trascendental en términos de la balanza comercial, al erigirse, en el caso de México, como la principal fuente de divisas. Esto, sin embargo, no implica que las remesas simbolicen un subsidio Norte-Sur; por el contrario, representan una transferencia de valor Sur-Norte. Si se considera el nivel educativo y la edad de los inmigrantes mexicanos a su llegada inicial a Estados Unidos y los costos educativos y de reproducción social implícitos —sólo incluyendo la educación pública y la canasta básica— se estima que, entre 1994 y 2021, México transfirió a Estados Unidos cerca de 50 por ciento más de lo que el país recibió en términos de remesas (véase gráfica 2).

Por último, cabe mencionar que una categoría analítica clave avanzada por la escuela de pensamiento crítico latinoamericano en torno a la cuestión del desarrollo, i. e. la teoría de la dependencia, es la noción de superexplotación de Ruy Mauro Marini. En aras de construir su argumento, Marini (1973:38) observa:

El problema que plantea el intercambio desigual para América Latina no es precisamente el de contrarrestar la transferencia de valor que implica, sino el de compensar una pérdida de plusvalía, y que, al no poder evitarla en el plano de las relaciones de mercado, la reacción de la economía dependiente es compensarla en el plano de la producción interna.

Gráfica 2
México: costo de la educación y la reproducción social de los inmigrantes que entraron en Estados Unidos, entre 1994 y 2021 frente a las remesas (miles de millones de dólares estadounidenses de 2021)

Fuente: estimaciones de los autores basadas en U.S. Bureau of Census (marzo de 1994; marzo de 2021); Banco de México (s/f); ANUIES (s/f).

Marini identifica tres mecanismos de compensación: la intensificación del trabajo, la prolongación de la jornada laboral y la expropiación de parte del tiempo de trabajo necesario para que el trabajador reponga su fuerza de trabajo. Después de analizar los rasgos estructurales de la acumulación dependiente (o periférica), plantea que «la economía industrial dependiente reproduce, de manera específica, la acumulación de capital basada en la superexplotación del trabajador» (Marini, 1973:63).

Lo importante aquí es que para que la superexplotación se convierta en un rasgo estructural del capitalismo periférico o dependiente, la reproducción de la fuerza de trabajo no puede depender exclusivamente de los salarios recibidos. Entre otras cosas, requiere depender de las modalidades familiares y comunitarias de reproducción social. Esto, a su vez, se vincula con los rasgos fundacionales del capitalismo periférico heredados del periodo colonial y el modo específico en que se integraron las comunidades indígenas. Al respecto, Bolívar Echeverría (1998) identificó una modalidad sui generis de la modernidad capitalista en América Latina: el ethos barroco, caracterizado por la integración subordinada —mas no asimilada— de las poblaciones indígenas al régimen del capital, donde se recrean las formas tradicionales de organización social. Este es un rasgo fundamental de la informalidad (desde abajo) asociado a la configuración y reproducción transnacional del ejército laboral de reserva.

La informalidad desde arriba y las nuevas tendencias migratorias

Más allá de la relación entre migración e informalidad a la que se hizo referencia en el apartado anterior, debe analizarse ahora lo que ocurre en el ámbito de la llamada informalidad desde arriba. De acuerdo con la caracterización de Zoran Slavnic (2010:4), «la informalidad desde arriba incluye las estrategias corporativas de reducción de tamaño, externalización y subcontratación, así como las estrategias para neutralizar el estado de bienestar, las cuales desencadenan fuerzas dinámicas de informalización en las economías y los mercados laborales».

Dentro del proceso de reestructuración neoliberal México-Estados Unidos hay dos aspectos críticos a considerar. El primero concierne a la tendencia ascendente que acusa la migración mexicana calificada y altamente calificada asociada al incremento de la demanda de fuerza de trabajo científica y tecnológica para satisfacer las necesidades de las actividades intensivas en conocimiento de Estados Unidos y otras potencias imperialistas (véase cuadro 8). Dicha tendencia ha venido acompañada de una agresiva política de atracción de talentos por parte del gobierno estadounidense.

Cuadro 8
Estados Unidos: actividades intensivas en conocimiento por tipo de empleo y origen étnico

Fuente: estimaciones de los autores con base en U.S. Bureau of Labor Statistics (marzo de 2021).

Si bien este segmento de la migración mexicana goza de condiciones laborales relativamente privilegiadas, es cierto también que sus ingresos son menores que los de los nativos y otros inmigrantes (Delgado, Chávez y Gaspar, 2021). Además, el grado de informalidad (30.1 por ciento) es mayor que el de los mexicano-estadounidenses (23.6 por ciento), otros nativos (24 por ciento) y los migrantes no mexicanos (27.8 por ciento).

Cabe agregar que, en el marco de las actividades intensivas en conocimiento, el grado de informalidad de los migrantes mexicanos en la manufactura de alta tecnología (22.7 por ciento) tiende a ser mayor que el de los nativos y otros migrantes. Esto es atribuible a que este grupo engloba al segmento más importante de la industria exportadora mexicana: la industria automotriz, cuyas actividades intensivas en fuerza de trabajo se realizan en México, mientras que las intensivas en conocimiento se hallan radicadas en Estados Unidos, con la participación de un relevante grupo de ingenieros mexicanos (Crossa y Delgado, 2022).

El segundo aspecto comprende la exportación indirecta o incorpórea de fuerza de trabajo por medio de las plantas ensambladoras instaladas en México. Esas plantas están inscritas en el programa Industria Manufacturera, Maquiladora y de Servicio de Exportación (IMMEX) implementado por la Secretaría de Economía del gobierno federal mexicano. Por definición,

el Programa IMMEX es un instrumento que permite la importación temporal de bienes necesarios para ser utilizados en un proceso industrial o de servicios para la fabricación, transformación o reparación de mercancías extranjeras importadas temporalmente para su exportación o para la prestación de servicios de exportación, sin pagar el impuesto general de importación, el impuesto al valor agregado y, en su caso, las cuotas compensatorias (Secretaría de Economía, 2010).

Entre 2007 y 2021, el personal empleado en los establecimientos IMMEX pasó de un millón 936 mil 734 a 2 millones 815 mil 828 (véase cuadro 9). El significativo incremento correspondió principalmente a la categoría de obreros y técnicos, que representan 85 por ciento del personal contratado directamente y 69 por ciento del empleo total. Aunque el personal contratado directamente corresponde en esencia a una forma encubierta de subcontratación en el marco de la división internacional del trabajo entre las actividades intensivas en fuerza de trabajo e intensivas en conocimiento, las prácticas de subcontratación directa habían sido ampliamente utilizadas hasta 2020. Bajo la presidencia de Andrés Manuel López Obrador (quien encabeza una administración de izquierda ostensiblemente progresista), tal práctica fue eliminada por ley; sin embargo, el programa IMMEX —como sello de las políticas neoliberales implantadas en el país— se mantuvo. No hace falta decir que dicho programa reproduce las prácticas de informalidad discutidas con anterioridad.

Cuadro 9
Establecimientos manufactureros con programa IMMEX y personal empleado por calificación y tipo de contratación

*Establecimientos con actividad económica durante noviembre.

Fuente: estimaciones con datos de INEGI (s/f).

Comentarios finales

De nuestro análisis acerca de migración e informalidad se desprenden las siguientes conclusiones:

1. La contrastante distribución geográfica del ejército laboral de reserva entre México y Estados Unidos refleja la dinámica de desarrollo desigual entre ambos países, exacerbada en el contexto de la globalización neoliberal.

2. La desigual distribución del ejército laboral de reserva y la cercanía de los dos países han generado un importante flujo de migración mexicana —documentada o no— hacia Estados Unidos; situación que asigna a México el papel de zona estratégica de reserva y reproducción social de fuerza de trabajo para satisfacer la creciente demanda laboral en Estados Unidos.

3. Considerando que la informalidad desde abajo semeja, a grandes rasgos, al ejército laboral de reserva, es pertinente subrayar que su reproducción trasciende el ámbito nacional para situarse esencialmente en el plano transnacional.

4. El principal vínculo entre migración e informalidad es mediante las remesas. Las remesas son un componente fundamental para la reproducción familiar y para la procreación de un núcleo de fuerza de trabajo transnacional que ejerce presión sobre los salarios a ambos lados de la frontera.

5. Aunque las remesas representan una porción limitada de un salario precario que ganan los migrantes mexicanos en Estados Unidos, cumplen un papel cada vez más crucial en las estrategias de reproducción familiar y comunitaria dentro del sector informal en México, incluyendo la formación de una nueva fuerza de trabajo con alta propensión a migrar.

6. La migración indocumentada y la informalidad son rasgos inherentes a la migración mexicana dirigida hacia Estados Unidos. Si se considera que la migración indocumentada integra una política de Estado promovida por el imperialismo estadounidense, orientada a reducir los costos laborales y promover prácticas discriminatorias en el marco de un discurso antiinmigrante, existe una clara intención de fabricar un enemigo público a quien culpar del declive del estado de bienestar —y someter al trabajador inmigrante a prácticas de superexplotación laboral— como parte de la embestida neoliberal en contra de la clase trabajadora.

7. En el marco de la dinámica de la informalidad desde arriba se ha desatado un creciente flujo de migración mexicana calificada y altamente calificada hacia Estados Unidos acompañada de agresivas políticas gubernamentales de atracción de talento, asociadas al fortalecimiento de la innovación y las actividades intensivas en conocimiento en ese país.

8. Finalmente, un aspecto crítico de la informalidad desde arriba, que refuerza la informalidad desde abajo, es el desmantelamiento y desarticulación del aparato productivo mexicano para rearticularlo a la economía estadounidense mediante la instalación de plataformas orientadas a la exportación que operan bajo una lógica de enclave, con insumos importados y bajo regímenes de exención fiscal.

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