Migración y Desarrollo, volumen 20, número 38, primer semestre 2022, es una publicación semestral editada por la Universidad Autónoma de Zacatecas «Francisco García Salinas», a través de la Unidad Académica de Estudios del Desarrollo, Jardín Juárez 147, colonia Centro, Zacatecas, C.P. 98000, Tel. (01492) 922 91 09, www.uaz.edu.mx, www.estudiosdeldesarrollo.net, revistamyd@estudiosdeldesarrollo.net. Editor responsable: Raúl Delgado Wise. Reserva de Derechos al Uso Exclusivo Vía Red Cómputo No. 04-2015-060212200400-203. ISSN: 2448-7783, ambos otorgados por el Instituto Nacional del Derecho de Autor. Responsable de última actualización: Unidad Académica de Estudios del Desarrollo, Maximino Gerardo Luna Estrada, Campus Universitario II, avenida Preparatoria s/n, fraccionamiento Progreso, Zacatecas, C.P. 98065. Fecha de la última modificación, mayo de 2022.

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https://doi.org/10.35533/myd.numero38

Métodos transfronterizos: el desafío del nacionalismo metodológico y las perspectivas de la metodología transnacional

Cross-border methods: the challenge of methodological nationalism and the prospects of transnational methodology

Recibido 05/12/21 | Aceptado 11/01/22

Thomas Faist*

*Alemán. Centro de Migración, Ciudadanía y Desarrollo (Comcad), Universidad de Bielefeld. Correo-e: thomas.faist@uni-bielefeld.de

Traducido del inglés al español por Georgia Aralú González Pérez y Aldo López Valle.

 

Resumen. La perspectiva transnacional de la migración transfronteriza y sus consecuencias trasciende más allá de los países de inmigración. Abarca todos aquellos lugares surcados por los lazos de personas, grupos y organizaciones, así como las estructuras sociales que los conectan. Basado en un amplio espectro de conocimientos generados por la perspectiva transnacional en el ámbito de la migración, este artículo explora la manera en la que es posible examinar las formaciones sociales transfronterizas y sus consecuencias. Avanzar hacia una metodología transnacional exige afrontar tres desafíos: el nacionalismo metodológico, el esencialismo grupal y la posicionalidad de los investigadores. Con el propósito de abordar dichos aspectos, el presente estudio ofrece un panorama general de las herramientas metodológicas para analizar la transnacionalidad y los espacios sociales transnacionales. A partir de una selección de ejemplos, esta visión incluye también un debate sobre cómo se aplican las técnicas de investigación pertinentes.

Palabras clave: transnacionalidad, espacios sociales transnacionales, metodología, nacionalismo metodológico.

Abstract. A transnational perspective on cross-border migration and its consequences reaches far beyond the immigration countries. It encompasses all those places which are criss-crossed by the ties of persons, groups and organizations, and the social structures connecting them. Based on a wide range of knowledge generated by the transnational perspective in the field of migration, this article explores how we can study cross-border social formations and their consequences. A step towards a transnational methodology needs to address three challenges: methodological nationalism, group essentialism, and the positionality of researchers. In order to tackle these issues, this article gives an overview of methodological tools for studying transnationality and transnational social spaces. Drawing on selected examples, this overview also includes discussion of how relevant research techniques are applied.

Keywords: transnationality, transnational social spaces, methodology, methodological nationalism.

Introducción1

Comúnmente, la metodología se discute con relación a una determinada disciplina o bien un área de investigación establecida. Para el caso que nos atañe interesa este último, es decir el área de los estudios transfronterizos o transnacionales. De modo sucinto, la metodología designa un conjunto de procedimientos empleados para llevar a cabo la investigación. Brinda, además, una base sistemática a fin de decidir qué métodos pueden proporcionar los tipos de conocimiento necesarios que respondan cuestionamientos concretos. En este contexto, la atención se centra en determinar los enfoques apropiados en el estudio de las transacciones y formaciones transnacionales (Amelina et al., 2012a y 2012b). Por esa razón, la metodología es fundamental en la comprensión de los procedimientos empleados que permita llegar de manera ordenada a resultados sustantivos acerca de temas de interés: el significado de los vínculos y prácticas transnacionales para las condiciones de vida y las perspectivas futuras; génesis y reproducción de los espacios sociales transfronterizos; implicaciones de la transnacionalización para lo que se denomina desarrollo en los países de emigración e inmigración; integración social de los grupos migrantes y no migrantes; y cambios en las prácticas políticas, la pertenencia y las políticas públicas de los Estados involucrados.

Antes de profundizar en las preocupaciones metodológicas planteadas por los estudios transnacionales es indispensable hacer una nota en torno a la terminología. Tres conceptos específicos sirven de punto de partida: transnacionalización, espacios sociales transnacionales y transnacionalidad (Faist, 2019). La transnacionalización o las relaciones transnacionales implica lazos transfronterizos de agentes individuales y colectivos, migrantes, familias, asociaciones de migrantes, empresas multinacionales, comunidades religiosas que constituyen categorías sociales. Los espacios sociales transnacionales se refieren a concatenaciones sostenidas por nexos transfronterizos y prácticas sociales, por ejemplo, familias transfronterizas, redes (de organizaciones no gubernamentales, temáticas y empresariales), comunidades y organizaciones transnacionales (Faist, 2000). La transnacionalidad denota un continuo de vínculos y prácticas transestatales que van de menos a más intensos y regulares. Los vínculos transnacionales de los agentes comprenden un marcador de heterogeneidad, similar a otros (edad, género, ciudadanía, orientación sexual, preferencias culturales o uso de la lengua). Estas uniones se entienden también como una constante que va desde los bajos (muy pocos y fugaces lazos a través de las fronteras) hasta los altos (múltiples y densos lazos y permanentes en el tiempo). Lo anterior significa que los migrantes y los no migrantes no deben ser considerados sólo como transnacionales o no, sino potencialmente transnacionales en diferentes grados. Concerniente a los procesos transfronterizos, la transnacionalidad —y no únicamente las heterogeneidades conocidas, como la etnia o el género— es una de las diversas heterogeneidades potenciales de personas y grupos. Las clasificaciones positivas y negativas en torno de ellas se refieren a procesos que derivan en desigualdades sociales entre categorías de individuos. Por ejemplo, algunos analistas consideran que el origen anterior a la migración de una persona en una determinada región del mundo es un atraso, hecho que podría interpretarse como una falta de voluntad para adaptarse a un nuevo entorno.

Tres desafíos metodológicos para los estudios transnacionales

Existen tres desafíos metodológicos para los estudios migratorios contemporáneos en general y para la investigación transnacional en particular.

Primero, en el pasado, los estudiosos de la inmigración a menudo alardeaban que el Estado nacional era el (único) contexto central relevante para las investigaciones empíricas acerca de la migración internacional, como si el Estado fuera un «contenedor». En específicas ocasiones el Estado y la sociedad son valorados como coterráneos y territorialmente idénticos, existe la suposición de una congruencia en cuanto a las prácticas sociales y los Estados nacionales, sin dejar de lado la recopilación de datos dentro de sus confines. En general, el nacionalismo metodológico en las ciencias sociales tiende a tratar el «contenedor» del Estado nacional como una configuración social y política cuasi-natural (Martins, 1974); de ahí la prioridad de redefinir cuidadosamente la unidad de análisis. Una regla general es la precisión relativa al alcance del análisis empírico y la referencia al colectivo respectivo. Si bien el Estado podría ser una unidad de análisis (i. e. en las políticas públicas relacionadas con la diáspora), son posibles otras unidades, dependiendo de la pregunta de investigación, grupos de parentesco, comunidades locales, organizaciones o entidades supranacionales —la Unión Europea (UE) o la Comunidad Económica de los Estados de África Occidental (Cedeao).

Segundo, es común que heterogeneidades como la etnia o la nacionalidad, se utilicen de forma incuestionable, en términos de categoría dominante relevante en la organización de la investigación; todavía más, se naturaliza la pertenencia étnica o nacional, es decir, los migrantes son vistos sobre todo como integrantes de un grupo étnico (turcos, mexicanos o filipinos), de manera que sus diversas funciones (trabajadores, profesionales, padres, hijos, amantes y miembros de asociaciones o comunidades locales) no se valoran lo suficiente. En esa óptica, un enfoque esencialista trata a los grupos como cuasi-homogéneos y no toma en cuenta la heterogeneidad interna de las categorías de migrantes, razón por la que se reproduce la primacía de la perspectiva nacional o étnica.

Tercero, los estudios transnacionales plantean de forma urgente la posición de los investigadores en dicha área. Ello es pertinente, si el análisis se lleva a cabo entre Estados y colaboran investigadores de países de migrantes e inmigrantes. Surgen, entonces, problemas referentes a la asimetría del control sobre los fondos y los conceptos científicos sociales. Por ejemplo, la mayoría de los investigadores de los Estados de inmigrantes controlan la financiación y son financiados por sus Estados de origen u organizaciones supranacionales como la UE; situación que coloca a aquellos de los Estados de origen —en su mayoría países que no pertenecen a la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) ni a la UE— en grave desventaja (Faist, 2004).

Es prioritario definir con mayor detalle estos tres desafíos metodológicos, indicar la fuente de los problemas y presentar herramientas metodológicas, seguidas de una visión general de los métodos elegidos que enfrentan los aludidos desafíos, así como analizar las prácticas transnacionales y las formaciones sociales transfronterizas. Los métodos examinados incluyen etnografía multisitio (trabajo de campo en varios lugares y sitios a través de los países); etnografía móvil (estudio efectuado por el investigador en ruta, siguiendo a los migrantes); estudio de casos ampliado (los supuestos teóricos se establecen desde el principio y se complementan con el trabajo empírico); la metodología de redes (ayuda a localizar los lazos transfronterizos de personas y colectivos, y delimita redes virtuales en la web); encuestas cuantitativas y estudios longitudinales (de panel); por último, métodos mixtos. De los métodos mencionados, los académicos que trabajan con una visión transnacional en el área de la migración, han empleado con mayor frecuencia la etnografía multisitio; con menor frecuencia el estudio de casos ampliados, las encuestas cuantitativas y la metodología de redes; rara vez han recurrido a la etnografía móvil y a los estudios longitudinales; estos últimos debido a los altos costes en términos de tiempo y fondos. Pese a todo, se presta más atención a la solicitud a emplear una metodología mixta —que incluya lo cuantitativo y lo cualitativo— que posibilite arrojar luz sobre diferentes aspectos en torno a una pregunta de investigación con mayores alcances.

El desafío del nacionalismo metodológico

El nacionalismo metodológico supone que las instituciones estatales nacionales son el principal contexto social dentro del cual se produce la migración, por ende, ésta es relevante para él. Los ejemplos más representativos de ese supuesto se encuentran en los estudios referentes al control de la migración y la integración social de los inmigrantes; la mayoría se ocupa de la regulación de la inmigración y la integración social de los inmigrantes en un único Estado nacional, debido a su naturaleza comparativa, contrastan las regulaciones y los procesos sociales en Estados nacionales. Derivado de lo anterior, la organización de la investigación empírica se limita al «contenedor» territorial de un Estado nacional, generalmente de inmigración. Esta idea de «contenedor» la encontramos no sólo en las antiguas y sofisticadas teorías de asimilación (Gordon, 1964), sino también en los conceptos más recientes de multiculturalismo. La mayor parte de las investigaciones del pasado presuponían incuestionablemente la congruencia de la sociedad, las disposiciones institucionales del Estado nacional y el marco territorial correspondiente, es decir, del pueblo, la autoridad estatal y el territorio. Por ende, no se ha evidenciado lo suficiente el enigma transnacional: mientras que las prácticas sociales atraviesan regularmente las fronteras de los Estados nacionales, la toma de decisiones políticas suele limitarse a un único Estado nacional.

Diversos autores han esbozado las consecuencias negativas del «nacionalismo metodológico» en los estudios de migración (Wimmer y Schiller, 2003); Wimmer y Schiller, en particular, diferencian tres tipos. En primer lugar, sostienen que los estudios migratorios dominantes no atienden al nacionalismo y a sus efectos en los procesos de construcción de la nación. En su opinión, la sociología define «los límites de la sociedad como coterráneos con el Estado-nación, y rara vez cuestiona la ideología nacionalista incrustada en tal suposición fundacional» (2003:579). Un ejemplo pertinente que contraviene dicha suposición es el esfuerzo de las diásporas nacionalistas por establecer un Estado nacional propio, en el pasado dirigido contra imperios multinacionales (Imperio austrohúngaro o el Imperio ruso), o en la actualidad contra Estados nacionales (los tamiles o los palestinos). Ello es una muestra de la forma en que el nacionalismo como ideología guía las prácticas de los actores colectivos. En segundo lugar, critican el entendimiento de los Estados nacionales como entidades cuasi-naturales y se descuida la manera en que los Estados nacionales estructuran las relaciones sociales. Ese entendimiento conduce a un estrecho vínculo entre las autoridades estatales nacionales y las ciencias sociales, no sólo por los programas de subvención hacia los estudios sobre la migración (con frecuencia gubernamentales), sino también mediante la investigación que ocluye a las partes no sedentarias de la población. En la investigación cuantitativa esto elimina del escenario a los individuos móviles, como trabajadores estacionales o inmigrantes indocumentados. En tercer lugar, sostienen que la investigación social empírica se centra en específico en los límites territoriales de los Estados nacionales; sin embargo, la limitación territorial de las relaciones de poder es un fenómeno históricamente nuevo que surgió durante el establecimiento de los Estados nacionales, definidos por las dinámicas y actividades de poder transfronterizas. En consecuencia, por un lado, se ha producido un desajuste entre los fenómenos transfronterizos y, por el otro, se han recabado estadísticas: «El tema de la migración internacional posee un alcance transnacional, mientras que las estadísticas de migración internacional son producto de los ministerios, administraciones e institutos de estadística nacionales». (Singleton, 1999:156)

En síntesis, una doble brecha —el Estado nacional como principal contexto social de la migración y el marco territorial de los estudios empíricos acerca de la migración— es la que fija las estrategias de diseño de la investigación, así como los métodos de recopilación y análisis de datos (Bonifazi et al., 2008), lo que significa que los Estados nacionales no sean importantes para el análisis. De modo complementario, un enfoque referente al nexo entre la autoridad estatal y el territorio es útil, por ejemplo, en la comprensión del control de la inmigración; sin embargo, no es correcto insistir en ello si los investigadores pretenden comprender cómo surgen y se reproducen los espacios sociales transnacionales, y las prácticas de los migrantes y no migrantes involucrados. Esta evidente brecha es todavía más obvia cuando se trata de actores transnacionales políticamente poderosos, como las empresas multinacionales. Se hace hincapié, entonces, en que la crítica del nacionalismo metodológico no debe inducir a que se descarte el papel del Estado nacional. El punto principal no es la recopilación de datos a escala nacional, sino la falta de ubicación del nivel nacional-estatal. Al examinar la integración de los inmigrantes deben considerarse también los vínculos y las prácticas transfronterizas de las personas. Por ende, sería prematuro sustituir simplemente el Estado nacional como unidad primordial de análisis por el hogar, la ciudad o incluso el mundo o globo.

Se han propuesto distintas alternativas al Estado nacional como unidad de análisis cuasi-natural, sobresalen el enfoque de red global y las teorías mundiales; no obstante, éstas reflejan un defecto significativo en el sentido de que definen perentoriamente y por adelantado una unidad primaria de análisis. La primera de ellas privilegia las redes fronterizas. Relativo a la red de la globalización (Castells, 1996) describe y explica cómo y por qué la vida social se ha «desconectado» de las limitaciones territoriales en general y de los territorios estatales nacionales en particular. Dicha visión no pretende que la sociedad sea congruente con el Estado nacional o con los territorios e instituciones del Estado nacional, sostiene que la sociedad la conforman redes sociales que atraviesan el mundo. Con respecto a la segunda posición —las teorías mundiales que incluyen el enfoque de los sistemas mundiales (Wallerstein, 1974)—, conceptualiza el globo como si abarcara un solo sistema general. Pese a las diferencias significativas entre ellas, por ejemplo, en relación con el papel del Estado nacional, ambas perspectivas adoptan una visión general, de arriba hacia abajo; sostienen también que la visión del mundo es una opinión privilegiada. En concreto, mientras que el enfoque de la red evita las categorizaciones fijas y subraya la novedad de la hibridez en un mundo en constante movimiento, no cuestiona el hecho de que en el pasado las identidades étnicas y nacionales eran fijas. Al sobrestimar la desterritorialización, pasa por alto los procesos de acumulación de capital espacializado (Massey, 2008), así como la reestructuración global de los espacios sociales según la intensidad, la densidad y la velocidad de los flujos. Las teorías mundiales, a su vez, poseen visiones sofisticadas del Estado nacional. En la teoría de sistemas mundiales, por ejemplo, los Estados son elementos cruciales que conforman el centro, la periferia y la semiperiferia de un sistema global político-económico escalonado; de manera que los Estados se contraponen a los principales elementos de los (sub)sistemas sociales de la política, la economía y la cultura. Aunque las aludidas teorías cavilan acerca de la construcción de la nación como un proceso histórico específico, consideran en particular la espacialidad y la movilidad geográfica una propiedad física inmutable que no tiene por qué ser objeto de la teoría y la metodología sociales.

A fin de tratar el problema de la contextualización de la migración y, por ende, de la unidad de análisis, un enfoque transnacional propone identificar el Estado nacional como uno de los diversos marcos sociales posibles en los que se pueden situar los estudios empíricos. Los contextos sociales alternativos al Estado nacional consideran el espacio social transnacional una herramienta conceptual disponible que puede servir como punto de partida para superar el nacionalismo metodológico. Esto precisa que los estudiosos examinen los conceptos espaciales que con frecuencia se aplican de modo implícito en los análisis empíricos. No puede asumirse la congruencia de la vida social, por un lado, y el territorio del Estado nacional, por otro. En contraposición, es útil asignar al respectivo contexto social un marco espacial organizado de forma relacional a partir de examinar los vínculos y las prácticas, de los cuales, como es evidente, los Estados nacionales son una parte integral, aunque sólo uno de los varios elementos posibles. Los Estados nacionales, en concreto, controlan el acceso al territorio al regular los flujos a través de las fronteras y determinar quién es admitido como miembro (de pleno derecho).

Los espacios transnacionales proporcionan definiciones alternativas de las unidades de análisis, cuya generalidad hace pensar a la vez en las entidades sociales como desterritorializadas y territorializadas. Al definir adecuadamente las unidades de análisis con relación a la problemática planteada, los estudiosos evitan la tendencia hacia el pensamiento estático limitado. Las unidades de análisis deben elegirse en función de la pregunta formulada y del nivel o niveles analizados: hogar, redes, organizaciones, Estados, etcétera. En sí, no hay una unidad o sitio de análisis privilegiado desde una óptica transnacional. Una metodología transnacional debe tomar en cuenta tanto los elementos desterritorializados —en forma de intensos flujos a lo largo de las fronteras de los Estados— como los elementos territoriales en los esfuerzos de los Estados y organizaciones por controlar dichos flujos y establecer criterios de pertenencia de las personas. En ese sentido, un punto de partida apropiado es el concepto de espacio social transnacional que incluye un «espacio de flujos» y un «espacio de lugares»; el primero se refiere a los elementos desterritorializados y el segundo a los territoriales.

El desafío del esencialismo

Los estudiosos de la migración suelen utilizar una perspectiva étnica y nacional para conceptualizar los procesos de migración y asentamiento. Tales supuestos se encuentran en las teorías de asimilación y en otros enfoques de la integración social. En términos más rigurosos, el punto de partida de este tipo de investigación no es la movilidad geográfica, las redes sociales o la toma de decisiones, sino la manera en que un determinado grupo étnico o nacional se incorpora a una política nacional. Este enfoque se encuentra, de igual modo, en los estudios sobre las prácticas transnacionales. En consecuencia, los estudios cualitativos en los que predomina la investigación de orientación transnacional seleccionan a los entrevistados en función de su etnia o pertenencia nacional. Los métodos de análisis o interpretación de datos se caracterizan entonces por una visión étnica porque las categorías étnicas y nacionales se emplean como variables principales para explorar los resultados de la investigación. Empero, sería un error rechazar contundentemente el uso de categorías étnicas y nacionales como una manera de acceder a ese ámbito. En todo caso, es indispensable reflexionar acerca de su uso, y utilizar categorías alternativas si es apropiado y posible.

Las categorías «migrante» o «no migrante», «mexicano» o «estadounidense», «migrante laboral» o «refugiado» a menudo se utilizan como criterios centrales en los diseños de investigación sin considerar las razones por las que tales categorías están constituidas por discursos científicos y no científicos ni las condiciones bajo las cuales son relevantes para las prácticas sociales de las personas móviles y no móviles (Glick et al., 2006). Una vía de enfrentar el esencialismo es integrar procedimientos de autorreflexión en el diseño del estudio empírico.

En ocasiones, una perspectiva étnica se acompaña de opiniones referentes a la naturalización sobre la etnicidad. Al definir la etnia y la nación como entidades dadas de modo natural y derivadas de códigos culturales comunes, los investigadores no consideran la cualidad constructiva de la «formación de grupos», tampoco los procesos por los que las categorías étnicas y nacionales se desarrollan, distribuyen y aplican socialmente. Esta trampa del «grupismo» (Brubaker, 2002) es en especial relevante en el estudio de las denominadas comunidades diaspóricas y transnacionales, aquellos que no indagan cómo esos grupos se erigen socialmente de forma relacional en los procesos de interacción con otros grupos, son susceptibles de caer en esa trampa. Así, los investigadores aceptan, erróneamente, que los grupos son estables a lo largo del tiempo y que tienen una importancia primordial para las identidades individuales y las prácticas sociales de sus integrantes. Por tanto, no sopesan que los marcadores de diferencia disímiles de la etnia y la nacionalidad —transnacionalidad, género, clase, religión o incluso estilo de vida—, puedan ser igual o aun más significativos que la etnia o la nacionalidad para los miembros del grupo. Si los estudiosos no son conscientes de la tendencia hacia el grupismo, pueden con facilidad confiar en la propaganda nacionalista de las diásporas y de los gobiernos estatales. Los dos desafíos del nacionalismo metodológico y el esencialismo de grupo se vinculan estrechamente. Si no se supera el grupismo sólo se sustituirá el nacionalismo por el transnacionalismo, es decir, un único pensamiento por otro.

En condiciones de transnacionalización, las personas pueden tener múltiples afiliaciones en las diferentes esferas sociales a las que se adhieren. Para ser más precisos, las personas pueden mantener simultáneamente diferentes afiliaciones étnicas, nacionales o religiosas. Esto puede incluso extenderse a la esfera legal. Tomemos el ejemplo de la ciudadanía múltiple: cada vez hay más personas en el mundo que tienen la ciudadanía en más de un Estado. Y, en consecuencia, un número cada vez mayor de Estados se ha vuelto más tolerante al no exigir una cláusula de renuncia. La multiplicidad de adscripciones, pertenencias y funciones no es novedad. Para entenderlo es indispensable aplicar la idea sociológica fundamental de que las personas pueden participar en diversos papeles sociales, a veces incluso conflictivos. La metodología transnacional simplemente añade la perspectiva de que tales papeles y pertenencias pueden extenderse más allá de las fronteras de los Estados, algo bastante plausible, ya que las sociedades no están limitadas por el alcance territorial de los Estados. En general, esta forma de pensar considera una lógica de múltiples pertenencias para delimitar las unidades de análisis.

Este giro autorreflexivo estimula estrategias de los estudios empíricos como la desetnicización (Fenton, 2011), basadas en las concepciones constructivistas y de proceso de la etnicidad (Barth, 1969). Las heterogeneidades distintas de la pertenencia étnica o nacional pueden ser relevantes para responder a preguntas específicas. En cada caso es necesario plantear la pregunta: «¿de qué se trata?» En otras palabras, la importancia de las heterogeneidades viene determinada por la pregunta formulada y no debe centrarse perentoriamente en la etnia o la religión sólo porque se trate de migrantes.

El desafío de la posicionalidad

La posicionalidad tiene dos sentidos. En principio, se refiere a la posición del estudioso con respecto a las personas investigadas. En seguida, la posicionalidad alude a las asimetrías de poder dentro de los equipos de investigación compuestos transnacionalmente.

El primer desafío se refiere a la posición del investigador frente a los sujetos de análisis, y las relaciones de los investigadores entre sí en los equipos compuestos transnacionalmente. Se observa la construcción de límites en torno a la identificación, como «investigador» frente a «trabajador» en una entrevista. De manera complementaria, suele existir una jerarquía de poder que involucra la posicionalidad del investigador desde la óptica de heterogeneidades como clase, género y transnacionalidad. Estas jerarquías surgen en situaciones donde las dos partes definen sus interacciones mediante el uso de términos a lo largo de diversas heterogeneidades y mutuamente se asignan posiciones sociales más o menos poderosas. Desde hace tiempo, la investigación etnográfica reconoce que las jerarquías no siempre son claras. A pesar de que algunos autores argumentan que los investigadores poseen en particular el poder de las definiciones sobre los sujetos de estudio, puesto que son ellos quienes seleccionan observaciones empíricas, preguntas y resultados, la relación de poder dentro del proceso de investigación llega a ser relacional y cambiante (Coffey, 1996).

En segundo lugar, un tipo destacado de estudios transnacionales, la investigación multisituada, implica, aparte de las indagaciones en lugares de diferentes países, la colaboración de investigadores concerniente a esos lugares. Lo anterior propicia problemas ya identificados, por ejemplo, la colaboración en ocasiones puede conducir a la etnización mutua de los investigadores colaboradores: aunque los fondos provienen de países del Norte global, los estudiosos del Sur global comúnmente son relegados a realizar investigaciones diseñadas por los primeros, los cuales es más probable que escriban artículos y hagan carrera con dicha investigación. En síntesis, las asimetrías de recursos y, en general, de poder entre el Sur y el Norte global se reflejan también en el diseño, la conceptualización, la operacionalización, la aplicación y la interpretación de la investigación empírica transfronteriza.

La perspectiva transnacional, intrínsecamente multidisciplinar, acompañada de reflexiones en torno a las asimetrías de poder y recursos innatos a los espacios sociales transnacionales, ayuda a retomar y ampliar los desafíos planteados a la investigación relativo a las primeras migraciones en las dos primeras décadas del siglo  XX. Un ejemplo histórico pertinente es la obra maestra El campesino polaco en Europa y América, de William Thomas y Florian Znaniecki (19181920). Los autores idearon conceptos como «organización superterritorial» (vol. 5) para tratar el papel de las organizaciones de migrantes en Estados Unidos y sus vínculos transfronterizos con Polonia. En la actualidad, la cantidad y la calidad de los vínculos y asociaciones transnacionales pueden haber aumentado en este caso y en otros. Una constante es la preocupación de los científicos sociales por las cuestiones de la posmigración, es decir, la integración; sin embargo, esa preocupación no puede separarse de los vínculos transnacionales, considerados parte integral de cualquier esfuerzo por evidenciar las desigualdades sociales surgidas de los procesos migratorios. A decir verdad, Thomas y Znaniecki conforman ya un equipo de investigación transnacional, ambos realizaron investigaciones de campo en Europa durante un largo periodo. Znaniecki, además del trabajo que hizo en Chicago, recopiló datos en Polonia; en cuanto a Thomas, trabajó de forma intermitente en Europa alrededor de 10 años. Hoy día, los proyectos de investigación suelen ir más allá de la cooperación entre dos investigadores, de ahí la importancia de reflexionar con detenimiento acerca de los requisitos para la colaboración en equipos de investigación más grandes. En esos contextos, la posicionalidad no es fija e inmutable, es decir, que se establece al principio y permanece inalterada; por el contrario, se trata de un proceso. En el trascurso de la investigación, es posible adaptar y modificar las teorías utilizadas y la posición metodológica adoptada.

Métodos apropiados

La metodología transnacional está evolucionando para enfrentar los distintos desafíos del nacionalismo metodológico, el esencialismo y el posicionamiento de los investigadores en los espacios sociales transnacionales. Permanecemos en medio de un continuo debate acerca de la mejor manera de desarrollar y aplicar métodos adecuados. Es vital hacer una importante advertencia: la investigación sobre la transnacionalización, los espacios sociales transnacionales y la transnacionalidad no necesariamente tiene que ser multisituada. Los investigadores pueden captar aspectos relevantes centrándose en un solo lugar; sin embargo, a fin de comprender mejor la transnacionalidad en los espacios sociales transfronterizos, como formaciones sociales emergentes, son útiles los métodos multisituados.

Con el propósito de ilustrar cómo la propia pregunta de investigación es capaz de guiar la selección del método, El campesino polaco constituye de nuevo una referencia indispensable. La metodología que emplearon los autores dependía de modo visible del cuestionamiento que ellos, y en particular William Thomas, se planteaban, esto es, la manera en que la «desorganización» social, provocada por la modernización, conducía a una reorganización del orden social. Se ocupó de la forma en que la gente se exponía al cambio social, y cómo este cambio se reflejaba en la migración y el asentamiento en Polonia y Estados Unidos. Aunque consideró los lazos y las prácticas transnacionales, es una realidad que Thomas no podía recurrir a los métodos etnográficos clásicos, como la observación participante. Cuenta la historia que mientras caminaba por las calles de Chicago y reflexionaba sobre el problema, estuvo a punto de ser embestido por una bolsa de basura de la que cayó una carta escrita por un campesino polaco a un pariente en Chicago. Posteriormente, Thomas dio con el análisis de las cartas para desarrollar lo que más tarde se convertiría en métodos biográficos en sociología. Se trata entonces de una afinidad electiva entre teorías y conceptos, las principales preguntas formuladas, la metodología y los métodos utilizados en esa área.

Hoy, alrededor de 100 años después, se dispone de una amplia gama de métodos para investigar las prácticas y los espacios sociales transfronterizos. Existen también adaptaciones de la investigación etnográfica, de redes y de encuestas para captar los procesos e instituciones transfronterizos; además, según convenga, es posible usar métodos multisituados a través de la investigación en línea o fuera de ella, así como la investigación móvil y la estacionaria. Estas aportaciones metodológicas proceden de aportaciones disciplinarias muy diversas y abarcan casi todas las facetas de la investigación social empírica. La geografía y la antropología han aportado el enfoque de la multisituación, como se evidencia en la etnografía multisituada (Marcus, 1995), pero también en la metodología de muestras coincidentes simultáneas (sms), que incluye el análisis de redes (Mazzucato 2008; para una extensión de red social, véase Lubbers et al. 2020). La investigación sobre las movilidades (comprensión de los movimientos espaciales), aparte de la migración, se ha dedicado a la etnografía móvil (Urry, 2007) en la que la atención se centra en el proceso del movimiento en sí. A menudo, los métodos de red ocupan un lugar destacado en la investigación en internet derivada de los estudios de comunicación. Por último, existen métodos de encuesta que sobresalen en las ciencias políticas y la sociología, particularmente en estudios transversales. Con el objetivo de rastrear la evolución y reproducción de las prácticas transfronterizas en los espacios sociales es necesario realizar estudios de panel, una ventana para futuras investigaciones.

Algunos investigadores utilizan métodos mixtos (combinación de métodos cualitativos y cuantitativos):

La investigación con métodos mixtos es el tipo de investigación en la que un investigador o un equipo de investigadores combina ambos enfoques (la perspectiva tanto cualitativa como cuantitativa, la recopilación de datos, el análisis, la técnica de inferencia) con un amplio propósito de amplitud y profundidad de comprensión y corroboración (Johnson et al., 2007:123).

No obstante, debe tenerse en cuenta que existen dos lógicas diferentes de investigación. La metodología cuantitativa emplea un diseño lineal en orden sucesivo: interpretación de teorías, formulación de hipótesis, elección de métodos adecuados, muestreo, recopilación de información, análisis de datos y comprobación de hipótesis con posibles implicaciones para la construcción de la teoría. Este enfoque, que suele emplear métodos estadísticos, trata de estimar los efectos de las variables en distintos niveles (personas, países, etcétera). Por ejemplo, los estudiosos pueden cuestionarse sobre las implicaciones de la transnacionalidad de los migrantes y sus hogares asociados (como marcador de heterogeneidad) en las oportunidades educativas de los niños. Paralelamente, recopila datos sobre una serie de variables diversas —sobre todo transnacionalidad (visitas, estancias en el extranjero, intercambio de bienes e información), pero también el nivel educativo y la posición profesional de los padres, la frecuencia de los cambios de un sistema educativo a otro, etcétera—, en seguida, calcula qué parte de la varianza se debe a las variables identificadas. En esencia, la investigación de orientación cuantitativa mide los efectos medios de las variables.

En contraposición, el objetivo de los enfoques cualitativos es plantear preguntas referentes a las propiedades de un caso en concreto y, luego, tratar de explicar los resultados. A diferencia de un diseño lineal como el método cuantitativo, el enfoque cualitativo se desarrolla de forma circular: comienza con observaciones y teorías, continúa con la selección de métodos, la definición del área de estudio, la recopilación y análisis de datos; completado el círculo puede volver a comenzar con las observaciones y la selección de métodos adecuados. En el ejemplo que se esbozó, el interés se centraría en identificar en qué medida difiere el desplazamiento de los niños de un país a otro, cuyos padres tienen un origen socioeconómico comparable. Quizá lo que se pretenda es comprender el porqué los hijos de segunda generación de padres migrantes griegos y turcos con características socioeconómicas similares (el grado más alto de estudios alcanzado) difieren en cuanto a su éxito educativo, o bien porqué ese éxito educativo de la misma categoría de migrantes es distinto entre países; de igual modo, descubrir cómo los lazos transnacionales y el desplazamiento de los hijos desempeñan una determinada función en este resultado diferencial. En lugar de limitarse a establecer qué variables dilucidan el contraste, la investigación en una lógica cualitativa inquiere: ¿de qué manera los procesos han llevado a los resultados diferenciales observados?, ¿cuáles han sido los procesos implicados? Debe subrayarse que la investigación cuantitativa y cualitativa intenta dar cuenta de los mecanismos que conducen de una condición inicial —antecedentes socioeconómicos similares de los padres y prácticas sociales de desplazamiento de los niños a través de las fronteras (los niños no necesariamente viven con sus padres en el extranjero sino con otros parientes en el lugar de origen)— a múltiples resultados, en este caso diferencias en el éxito educativo. Así, aunque los métodos mixtos ocupan un papel cada vez más destacado, especialmente en los estudios de encuestas, debe quedar claro que las lógicas en sí mismas no pueden ser mixtas. La mezcla se refiere al hecho de que los métodos cualitativos y cuantitativos se complementan.

Etnografía multisitio y etnografía móvil

Una de las formas más tempranas y extendidas de investigación concerniente a las formaciones transnacionales es la etnografía en diversos lugares de las fronteras de los Estados. El punto de partida de este método es delimitar el campo empírico real mediante el rastreo de las prácticas y conectividades a través de las fronteras, además de especificar contextos de investigación y unidades de análisis. En vez de observar la vida social en un «contenedor», la etnografía multisituada se interesa por la extensión de los lazos sociales y simbólicos en varios lugares. Mientras que las teorías anteriores situaban sus estudios de caso dentro de un sistema mundial y comparaban las localidades dentro de ese marco, la etnografía multisituada parte del supuesto de que el sistema mundial está integrado en los contextos analizados. El principio básico de la etnografía multisituada, como sugiere Marcus (1995), es «seguir» el movimiento de actores, objetos, guiones culturales y artefactos. El etnógrafo se desplaza por un campo espacialmente diverso y disperso mediante estancias en dos o más sitios. Esto implica construir el campo empírico indicando varias localidades geográficas. Los estudiosos recurren cada vez a este tipo de etnografía, no sólo porque justifica la investigación simultánea en múltiples localidades geográficas y sitios sociales, sino porque también permite comprender la complejidad de los fenómenos transnacionales (Falzon, 2009). La idoneidad de la etnografía multisituada para la investigación de las migraciones se debe a la comprensión de los «lugares» de un campo empírico como entidades territoriales, sociales o culturales por medio del seguimiento de personas y artefactos; su creciente popularidad puede explicarse, asimismo, por razones pragmáticas. Existe una tendencia a realizar estancias cortas en varios sitios y, a fin de ganar profundidad, estancias repetidas de corta duración en tales sitios. La etnografía multisituada también es atractiva por razones conceptuales. No se basa, como las teorías del mundo, en una fuerte orientación teórica para guiar la investigación empírica, en todo caso, el etnógrafo desarrolla un marco en el contexto de la investigación de campo.

Un ejemplo de este enfoque metodológico es el estudio de Cindy Horst (2006) sobre los refugiados de Somalia en los campos de refugiados del noreste de Kenia. Ella introduce explícitamente una perspectiva transnacional al aplicar una visión que denomina «creación de conocimiento dialógico» (p. 27). Afirma que los métodos de investigación deben «involucrar el diálogo entre los refugiados, las agencias y los académicos; hecho que propicia un intercambio y discusión de ideas, conceptos y teorías» (p. 25). La creación de conocimientos implicó enfoques participativos que conjuntaron activamente a los refugiados somalíes, a los responsables políticos y a los profesionales tanto en la recopilación como en el análisis de datos: discutieron interrogantes y métodos de investigación con los refugiados, y compartieron informes de entrevistas y de trabajo de campo, así como artículos posteriores y capítulos preliminares. El diálogo continuó después de que Horst abandonara los campamentos, ya que se puso en contacto con refugiados que viven en países occidentales, publicó artículos en sitios web sobre la diáspora y solicitó comentarios y sugerencias. Adicionalmente, envió sus hallazgos a la ONU y recibió respuestas de responsables políticos, personal de la ONU o de las ONG y de estudiosos. La investigación tuvo una notable dimensión transnacional en otro aspecto. Horst enfatizó que «para comprender sus respuestas de la vida en el campamento, fue de gran importancia examinar sus formas de enfrentar diversas inseguridades en Somalia antes de la guerra» (p. 201), es decir, la herencia nómada somalí que conllevaba fuertes reciprocidades y solidaridades en las redes, por ejemplo, la obligación de ayudarse mutuamente para sobrevivir. Por increíble que parezca, esta herencia se ha transformado hasta convertirse en una especie de transnacionalidad. Los lazos que los somalíes mantienen con sus familiares fuera de los campamentos son esenciales para su supervivencia diaria. Dichos lazos llegan a toda la gran diáspora transfronteriza, sus canales incluyen el «taar» (transmisores de radio comunicación), el teléfono, el envío de mensajes y bienes a través de los que viajan a un lugar donde viven familiares y «xawilaad», un sistema informal de transferencia de valores que permite la comunicación y el envío de remesas. En pocas palabras, Horst adaptó sus métodos de investigación con el propósito de examinar a los refugiados somalíes en los campamentos como una comunidad transnacional, comunidad que, incluso antes de la huida, era «un pueblo nómada». La movilidad a lo largo de las fronteras siempre ha sido una parte fundamental de sus medios de vida e identidades, pues los somalíes no han tenido un Estado nacional propio; todavía más, determinados autores sostienen que nunca lo han tenido. Horst alude a una «mentalidad de diáspora» (p. 34) que supuso ventajas para los somalíes en Dadaab y que fomenta una vasta red transnacional de familiares, situación que les permite vivir con relativa prosperidad.

El valor específico de la etnografía multisitio —uno de los métodos más extendidos para la investigación transnacional— surge en comparación con otro enfoque que a su vez pretende averiguar cómo se conectan los sitios entre sí, esto es, la «etnografía global», basada en el método de estudio de casos ampliado, desarrollado en antropología y adaptado por los sociológos (Burawoy et al., 2000). Los contrastes entre ambas perspectivas se observan en tres aspectos principales. Primero, la etnografía multisituada se centra en lugares de distintos países, mientras que la preocupación primordial de la etnografía global son las diferentes escalas de análisis, es decir, se ocupa de cómo se relacionan lo local y lo global; por ejemplo, la manera en que los discursos globales en torno a los derechos humanos son adoptados y adaptados por los movimientos sociales locales. Segundo, los dos enfoques difieren en su comprensión del contexto; en la etnografía multisitio, éste evoluciona a partir del descubrimiento y la delimitación del campo por parte del propio investigador. En la etnografía global, el contexto general se halla en gran medida predefinido por conceptos relevantes para las teorías existentes (i. e. en aquellas que contemplan el sistema mundial, sería el capitalismo como formación social). Tercero, el papel de la teoría en la construcción del diseño de la investigación disiente de modo significativo: si bien las construcciones teóricas se mantienen en suspenso en la etnografía multisituada, desempeñan una función elemental en la etnografía global.

Muestras Matched multisitio

De entre las extensiones más sistemáticas de la investigación multisitio destaca el denominado método de muestreo emparejado simultáneo (Mazzucato, 2008). Se basa en una de las ideas primarias del enfoque transnacional, la posibilidad de la simultaneidad, o sea, la superposición o pluralidad de vínculos que llega a más de un sitio, en este caso a múltiples sitios en más de un país. Así, el método considera la simultaneidad de las prácticas transnacionales de individuos y grupos acaecidas en diversas localidades a través de las fronteras. La atención se centra en las transacciones que comprenden la comunicación y la circulación de bienes, y en las redes de los que han migrado, los que han permanecido en el lugar o bien aquellos que se han quedado atrás. Mazzucato y sus colegas utilizaron muestras de bola de nieve (no representativo) entre los migrantes de Ghana en Ámsterdam y rastrearon sus transacciones hasta dos lugares en el Estado de emigración, en la capital Accra y en pueblos y aldeas rurales de una región del norte de Ghana alrededor de Kumasi. Después de trabajar con más de 100 migrantes ghaneses en Ámsterdam, dieron con 29 redes. Registraron mensualmente todas las transacciones efectuadas en ocho ámbitos (vivienda, negocios, funerales, iglesia, atención médica, educación, comunicación y proyectos de desarrollo comunitario) durante un año de 2003 a 2004. Los investigadores indagaron en lugares tanto de los Países Bajos como de Ghana y se comunicaron casi paralelamente acerca de los vínculos entre sus respectivas partes. En ese sentido, el aludido método pudo superar una de las limitaciones de la investigación multisituada, esto es, el considerar que el estudioso por sí solo generalmente no puede captar la simultaneidad de las transacciones. Es trascendental el hecho de que dicho método permite rastrear los flujos bidireccionales entre lugares transnacionales, por ejemplo, las «remesas inversas» de Ghana a los Países Bajos usadas para la legalización de los inmigrantes indocumentados, las remesas financieras de Ámsterdam a Kumasi y Accra, o la búsqueda de una pareja matrimonial, y otros fines. Asimismo, se atendió el impacto de los nexos de los migrantes en las instituciones de su país de origen mediante reglas, valores y normas que conforman las economías de su lugar de residencia y de sus comunidades de origen. Por citar un caso, las prácticas transnacionales en torno a los funerales provocaron un cambio institucional; según los investigadores, descubrieron que los funerales eran una de las principales razones por las que los migrantes seguían comprometidos con sus comunidades de origen, de ahí que continuaran enviando remesas. Los migrantes invertían en los funerales con el objetivo de demostrar la ayuda que brindaban; así como para restablecer y legitimar su posición al interior de la familia y la comunidad de origen a pesar de la distancia geográfica. Fue de esa forma que se convirtieron en los principales financiadores de los funerales (con frecuencia tuvieron que pedir dinero prestado a los miembros de su red radicados en los Países Bajos). Tales prácticas tuvieron efectos económicos positivos en la comunidad de origen, por ejemplo, los habitantes del pueblo y los bares acogían y alimentaban a los invitados en los funerales.

Un estudio que amplía la etnografía multisituada al aportar métodos cualitativos y cuantitativos adicionales es el análisis de la «Protección social informal a través de las fronteras (20112015)». La pregunta central era cómo se (re)producían o mejoraban las desigualdades sociales en la prestación de protección social informal entre los migrantes y sus familiares (no móviles) (Faist et al., 2015). A fin de alcanzar los objetivos de la investigación se aplicó una combinación de métodos para presentar el repertorio de protección social, la relación entre la protección social informal y la formal, y las implicaciones en las desigualdades sociales: entrevistas semiestructuradas con migrantes y sus familiares, observación participante, análisis de redes sociales, entrevistas de expertos con representantes de instituciones y organizaciones, y análisis de documentos. Como grupo de control se incluyeron personas no migrantes en los países de origen. El primer paso para documentar las estrategias informales de protección social fue realizar entrevistas semiestructuradas a inmigrantes en Alemania procedentes de Polonia, Kazajistán y Turquía. Dichas entrevistas se combinaron con un análisis de redes centrado en el ego para trazar no sólo los contactos interpersonales de los migrantes en Alemania y otros países, sino para ilustrar los tipos de protección concretos dados y recibidos. Siguiendo la etnografía multisituada, los datos se recabaron en los países de inmigración y de emigración sobre la base de una estrategia de muestras emparejadas. Se contó con la colaboración de los socios de los países de emigración, coautores de la publicación final. Los respectivos espacios sociales transnacionales se seleccionaron con el propósito de abarcar la gama más amplia posible de variantes de transnacionalidad y posición jurídica: Alemania-Turquía (migrantes laborales y solicitantes de asilo), Alemania-Polonia (migrantes de la UE) y Alemania-Kazajstán (reasentados). Los encuestados se contrataron en función de su situación legal, lo que proporciona una aproximación inicial en cuanto a su derecho a la protección social formal. De esa manera, se examinaron las estrategias de protección de los individuos para determinar si eran o no transnacionales, y en qué medida; semejante decisión redujo el riesgo de muestreo en la «variable dependiente». Con el objeto de medir el nivel de transnacionalidad de los encuestados, se construyó un índice multidimensional de transnacionalidad, compuesto por los contactos interpersonales transfronterizos, la comunicación virtual transfronteriza, el cruce físico de fronteras, los medios de comunicación a través de las fronteras, el uso de la lengua, la doble nacionalidad y la pertenencia a organizaciones transnacionales.

En el establecimiento del marco institucional y las políticas para la protección social formal en los países de inmigración y emigración, se analizaron diferentes documentos: leyes, ordenanzas, normas, dictámenes de expertos, acuerdos bilaterales y convenios internacionales. Posteriormente, las entrevistas semiestructuradas con expertos —sacerdotes, imanes, autoridades locales y representantes de organizaciones de inmigrantes, de instituciones estatales y no estatales— sobre la protección social en los tres espacios sociales transnacionales complementaron el panorama. El arsenal de métodos se amplió mediante el estudio cuantitativo de redes sociales centradas en el ego-centric (n=300), fundamentado en las entrevistas con los encuestados en las regiones de emigración e inmigración. Por último, las anteriores etapas y las observaciones adicionales de los participantes en los entornos profesionales y personales de los migrantes permitieron a los investigadores derivar categorizaciones relevantes en cuanto a las desigualdades sociales. Un resultado notable fue que los migrantes hacían comparaciones entre fronteras y percibían que sus posiciones sociales eran distintas en los entornos, un hallazgo que destaca los esfuerzos de posicionamiento social activo.

La etnografía móvil es un método más reciente en el que la correspondencia entre la movilidad de las personas y los métodos de los investigadores se sitúa en primer plano. Aborda de manera directa el movimiento de los individuos en los espacios sociales transnacionales por medio de la observación directa de las prácticas sociales relacionadas, como el envío de remesas o la organización en asociaciones. Este enfoque parte de las movilidades y los patrones de los movimientos geográficos, no de los grupos, evita potencialmente el esencialismo identificado con anterioridad, pues elude una visión exclusiva de los migrantes sólo como grupos étnicos o nacionales. De forma complementaria, la etnografía móvil se ha inspirado en la etnografía multisituada por lo que ofrece información «sobre una multitud de prácticas móviles, materiales, encarnadas para establecer distinciones, relaciones y lugares» (Büscher et al., 2010:105). Dicha estrategia recomienda recopilar datos «al observar la movilidad de las personas», «caminar con» o «acechando» a los demás. Este tipo de etnografía permite definir la movilidad geográfica y virtual como un campo empírico. Con base en ello, los investigadores que se ocupan de las prácticas transnacionales tendrían que ir más allá de las respuestas estatales a la movilidad y examinar, de igual modo, las prácticas de los (potenciales) migrantes que pueden propiciar la movilidad o la inmovilidad.

Encuesta sobre la transnacionalidad

Los métodos, en su mayoría cualitativos, examinados hasta ahora ayudan a identificar el fenómeno de los vínculos, las prácticas y los espacios sociales transfronterizos. Asimismo, sirven para avanzar en la comprensión de los procesos y mecanismos relevantes en la (re)producción de prácticas y espacios. Con la finalidad de establecer la prevalencia y el alcance de los vínculos, las prácticas y los espacios transnacionales, así como identificar los principales factores asociados con su aparición, ahora es el momento de recurrir a los métodos cuantitativos, puesto que los estudios apoyados en métodos cualitativos a menudo poseen una limitante al examinar la transnacionalidad entre los migrantes que conservan vínculos transfronterizos sin incluir un grupo de referencia. En tales estudios no suele haber un grupo de comparación de personas que no emigran o que regresan del país de inmigración al de emigración. Lo anterior era el resultado de lo que se conoce como «muestreo sobre la variable dependiente», es decir, los migrantes con vínculos transnacionales no se comparan con grupos de referencia adecuados, esto es, aquellos sin vínculos transfronterizos. Por ende, aunque los estudios cualitativos pudieron documentar la existencia de fenómenos transnacionales, los conocimientos relativos la prevalencia numérica eran escasos. Además, y este es otro aspecto crucial que no se trata en la mayoría de los estudios existentes, se tiene poca evidencia con respecto a la dimensión temporal en la perspectiva histórica como a lo largo de la vida individual y familiar.

Uno de los estudios más amplios acerca de las prácticas transnacionales de los migrantes ha sido el Comparative Immigrant Entrepreneurship Project (CIEP) (Portes, 2003). Mediante un trabajo de campo cuantitativo, complementado con métodos cualitativos, el proyecto se centra principalmente en establecer el alcance de las prácticas transnacionales. Se llevó a cabo entre 1996 y 1998 con diferentes grupos: inmigrantes de Colombia, República Dominicana y El Salvador. Estas categorías representaban, en conjunto, más de una quinta parte de los inmigrantes latinoamericanos en Estados Unidos en aquel momento. Los contextos de salida y acogida de estos grupos eran muy diversos. El CIEP se desarrolló en dos fases. La fase 1 consistió en entrevistas con 353 informantes clave en seis áreas de concentración de inmigrantes en Estados Unidos, dos para cada grupo seleccionado y en seis ciudades extranjeras, incluidas las capitales de cada país de origen elegido. En la fase 2 se realizó una encuesta a los tres grupos de inmigrantes en sus principales áreas de concentración en Estados Unidos y se desarrolló en dos etapas. La etapa 1 fue una muestra aleatoria multinivel, basada en manzanas de la ciudad como unidades primarias de muestreo y una muestra aleatoria sistemática de jefes de hogar de las nacionalidades seleccionadas en cada bloque. La etapa 2 fue un muestreo de referencia, centrado en los datos recopilados de los informantes en la primera fase y ejecutado con base en múltiples cadenas de bola de nieve, cuyo objetivo era identificar a los inmigrantes implicados en actividades empresariales en general y en actividades transnacionales en particular. Obsérvese que el procedimiento de bola de nieve garantizó un número suficiente de empresarios transnacionales para el análisis cuantitativo, pero (a propósito) sesgó la muestra en su dirección.

Con este diseño, Alejandro Portes y sus colaboradores pudieron estimar cuantitativamente la difusión y el alcance de las actividades transnacionales en los ámbitos económico, político y sociocultural. La proporción de transnacionales no superaba una quinta parte dentro de cada grupo en los tres ámbitos de actividades y la integración social transnacional no era el modo de adaptación dominante de esos grupos de inmigrantes. Empero, las prácticas transnacionales fueron bastante sustanciales entre ciertas subcategorías, por ejemplo, los trabajadores autónomos y los políticamente activos. Así, aunque resultó que los inmigrantes transnacionales activos —aquellos que mantenían vínculos densos y continuos a través de las fronteras—, eran una minoría, el fenómeno como tal pudo establecerse con gran vigor y certeza. CIEP es un ejemplo de un estudio transversal con datos de momentos concretos. Es una realidad que sólo los estudios longitudinales permiten obtener resultados que determinen una trayectoria histórica de los fenómenos observados.

La metodología de las etnoencuestas, que combina el trabajo antropológico en profundidad con las encuestas a gran escala, es decisivo para la metodología transnacional, inicialmente la idea original no era equiparar a gran escala a las personas de la emigración con las de los países de la inmigración. De igual manera, aunque el Proyecto de Migración Mexicana (MMP) no fue diseñado para enfocarse en la transnacionalidad, sus elementos son útiles referente al posterior desarrollo de la metodología transnacional. El MMP ha empleado la llamada etnoencuesta para rastrear los patrones de migración en el tiempo entre México y Estados Unidos. Douglas Massey, Jorge Durand y sus colegas desarrollaron la etnoencuesta como una metodología alternativa a las encuestas de inmigración habituales, que presentan «serias deficiencias con respecto a la medición de la migración indocumentada» (Durand y Massey, 2006:321). La etnoencuesta es una técnica de recopilación de datos multimétodo que aplica de modo simultáneo métodos etnográficos y de encuesta dentro de un mismo estudio. Dos componentes cualitativos (estudios de casos etnográficos en las comunidades seleccionadas y entrevistas en profundidad), se mezclan en una encuesta cuantitativa semiestructurada fundada en una combinación de procedimientos de muestreo aleatorio y no aleatorio. La combinación de métodos cuantitativos y cualitativos corresponde a lo que ahora se conoce como un diseño de métodos mixtos y procede de la siguiente manera: primero, los investigadores seleccionan un lugar y comienzan con un trabajo de campo etnográfico convencional, que incluye la observación de los participantes, las entrevistas en profundidad no estructuradas y el trabajo de archivo. Los datos de esta fase inicial se encuentran disponibles para diseñar el instrumento de la encuesta, la cual se administra a una muestra probabilística de encuestados seleccionados de acuerdo con un plan de muestreo cuidadosamente diseñado (Durand y Massey, 2006: capítulo 13). Durante la encuesta, el trabajo de campo cualitativo continúa o se reanuda tras su conclusión. Lo ideal es que el flujo de análisis se organice de tal manera que los datos cuantitativos preliminares de la encuesta estén a disposición de los investigadores etnográficos antes de que abandonen el campo, ello permite que los patrones derivados del estudio cuantitativo moldeen el trabajo de campo cualitativo, similar a las percepciones de las primeras etnografías que guían los estudios estadísticos posteriores.

En un principio, los investigadores encuestaron a cuatro comunidades de México. Hasta la fecha, el MMP ha encuestado a 81 comunidades mexicanas y asentamientos estadounidenses. Los datos recopilados incluyen historiales completos de migración, trabajo y cruces fronterizos de los jefes de familia y sus cónyuges; información básica sobre el primer y más reciente viaje a Estados Unidos de los miembros del hogar con experiencia migratoria; e información detallada sobre las experiencias en el viaje internacional más reciente realizado por el jefe de familia. Asimismo, el MMP brindó información acerca de casi 18 mil migrantes actuales y anteriores en Estados Unidos; aunque los datos son de «generalización limitada» y no son representativos de los inmigrantes mexicanos en general, son útiles para retratar y analizar las tendencias agregadas.

Las dos encuestas examinadas constituyen un significativo avance en al menos tres frentes. En primer lugar, normalmente sólo disponemos de datos nacionales para los vínculos y las prácticas sociales que atraviesan las fronteras de los Estados nacionales. Existe también un problema epistemológico más profundo al que ya se ha aludido: la evolución de la investigación a partir de encuestas se ha vinculado estrechamente con el desarrollo de los Estados nacionales y, por ende, con las necesidades de los Estados. En segundo lugar, muchos de los estudios suponen el carácter sedentario de la población investigada. En ese sentido, se sabe que la mayoría de las muestras comparativas entre países (a escala internacional), como las Encuestas Europeas de Población Activa (ELFS) poseen una submuestra de determinadas categorías de actividades; por ejemplo, las ELFS no cubren las categorías móviles de personas (migrantes estacionales o los trabajadores indocumentados en cuanto a los servicios domésticos y de asistencia), porque aquellos que no están cubiertos en el país de destino no lo estarán necesariamente en el país de origen. En tercer lugar, el CIEP y la etnoencuesta incluyen elementos de investigación cualitativa aunque su lógica sea cuantitativa, de ahí que apliquen elementos de un diseño de métodos mixtos. En dichos contextos, los métodos cualitativos son esenciales porque permiten especificar las razones de los errores de cobertura y los efectos de las estrategias de muestreo. Cabe advertir, que en ambas encuestas las entrevistas no se llevaron a cabo sólo con la ayuda de cuestionarios estandarizados, sino que incluyeron conversaciones intensivas entre los entrevistadores y los encuestados para recopilar información que quizá el cuestionario estándar no haya tenido en cuenta (patrones referentes a las pautas de movilidad de los integrantes del hogar). En síntesis, las encuestas contribuyen a las múltiples maneras de entender la continua movilidad multidireccional de los migrantes laborales entre Estados y regiones y a los enfoques que contextualizan la migración en un marco espacial plurilocal.

Posiciones sociales y posicionamiento social como desafíos para la metodología transnacional

En ocasiones, los aspectos abordados requieren el uso simultáneo de lógicas de investigación cuantitativas y cualitativas, al igual que diversos niveles de análisis. Un ejemplo es el estudio del impacto de la migración, por un lado, y de las posiciones sociales y el posicionamiento social, por el otro (Faist, 2021). La posición social significa aquí la ubicación dentro de los patrones de estratificación social conforme a las categorías preasignadas por los estudiosos. En contraste, el posicionamiento social se refiere a la interpretación y percepción subjetiva de la posición propia en los sistemas de estratificación social. La pregunta clave es, ¿cómo influye la migración en las posiciones sociales y el posicionamiento social?

Existe un importante vacío de investigación en la comprensión del nexo entre la migración y las posiciones sociales de los inmigrantes. La mayoría de las indagaciones tratan la posición social de los inmigrantes en distintos ámbitos sociales, como el sistema educativo y el mercado laboral (Faist, 2016). Con todo, persisten dos lagunas evidentes: en principio, la cuestión de las posiciones sociales que abarcan los lugares de emigración e inmigración, en su mayoría medidos por indicadores «objetivos» como los ingresos, la posición profesional y las credenciales educativas. Posteriormente, el aspecto subjetivo, es decir, el posicionamiento social por parte de los migrantes. Los estudios que relacionan las posiciones sociales y el posicionamiento social son cruciales: las primeras se refieren a las estructuras sociales a menudo institucionalizadas, y el segundo connota la agencia de los propios migrantes, quienes al igual que todos, se dedican a dar sentido a su posición social. Es interesante el hecho de que prácticamente la totalidad de las teorías de la migración sólo reparan en las posiciones sociales. Pensemos en la teoría económica neoclásica y en la nueva economía de la migración laboral, pero también en la teoría de los sistemas mundiales o en el enfoque socioantropológico de los medios de vida. Además, no debe soslayarse la posición social y el posicionamiento social de los migrantes más allá del lugar de destino, pues ellos acostumbran estar conectados a través de las fronteras estatales con familiares y otras personas significativas, incluso pueden considerarse a sí mismos como pertenecientes a unidades sociales que traspasan las fronteras (por ejemplo, familias transnacionales), o bien a comunidades u organizaciones de diferentes países.

Existe un lazo entre la migración y la posición social. De inicio, para establecer cómo influye la migración en las condiciones de vida y, por tanto, en la posición social, se percibe una evolución notable a largo plazo. Alrededor de 1870, la clase social explicaba la mayor parte de la variación de los niveles de ingresos (una aproximación burda a la posición social); la clase entendida en el sentido marxista de pertenencia al sector capitalista o al obrero, esto es, mientras que la clase era el factor dominante, el lugar de residencia sólo tenía un impacto menor. A principios de la década de 2000, la situación había cambiado de manera radical: ahora el lugar de residencia —y, por consiguiente, la ciudadanía— esclarece la mayor parte de la variación, y la clase únicamente desempeña una función menor. La relación se ha invertido por completo en el transcurso de más de 100 años. Más allá de la voz y el ajuste in situ, la migración (salida) es una solución plausible para mejorar las condiciones de vida y la posición social (Milanovic, 2016:216). Lo anterior es así porque la migración es una solución más rápida que la inversión en el propio capital cultural, que tarda más tiempo en generar beneficios. A ello debe agregarse que la migración es más fácil de aplicar que las estrategias colectivas que pretenden aumentar el bienestar y el desarrollo económico. Tales estrategias colectivas exigen de forma clara una voz en vez de una salida, es decir, una política organizada. La migración, entonces, es una estrategia atractiva para mejorar las propias condiciones de vida y, en general, por encima de los factores socioeconómicos, las alternativas de subsistencia. Frente a ello, tiene sentido examinar de cerca la influencia de la migración en la posición social y el posicionamiento social.

Un ejemplo de investigación con métodos mixtos sobre posiciones sociales y posicionamiento social es un estudio realizado en el marco del proyecto «Movilidad transnacional y posiciones sociales en la Unión Europea» (20162019). Mediante un enfoque de métodos mixtos, el análisis empleó datos de encuestas acerca de migrantes llegados a Alemania después de 1994, procedentes del Panel Socioeconómico (SOEP), así como entrevistas cualitativas con una selección de encuestados. Basado en un enfoque bourdieusiano de las formas de capital y a través de la aplicación del método Análisis de Correspondencia Múltiple (ACM) a los datos de la encuesta SOEP, el estudio destacó dos dimensiones que estructuran el nexo entre la migración y las posiciones sociales en Alemania: a) el capital relacionado con el estatus legal y la migración múltiple, b) el capital cultural transnacional (Tucci et al., 2021). Por medio de un análisis de conglomerados, sustentado en los resultados del ACM, fue posible identificar y describir cuatro perfiles de migrantes caracterizados por diversas configuraciones de capital cultural (antecedentes de clase social, educación y conocimientos lingüísticos antes y después del asentamiento), estatus legal (ciudadanía y residencia), experiencias de múltiples movimientos transfronterizos y posiciones sociales: la «clase trabajadora extranjera», la «clase media extranjera», los «inmigrantes alemanes adaptados» y los «jóvenes urbanos con alto nivel educativo». El análisis complementario de los datos cualitativos contribuyó en el entendimiento de algunos de los factores que influyeron en la configuración de la posición social de los inmigrantes en los cuatro grupos. En particular, recursos como la determinación y la perseverancia fueron esenciales para que algunos inmigrantes contrarrestaran las limitaciones estructurales relacionadas con la transferencia o el acceso al capital cultural.

Conclusión

La metodología del análisis transfronterizo debe distinguirse de la investigación comparativa centrada en entidades como los Estados nacionales en tanto unidades de análisis relativamente exclusivas y delimitadas. Una de las soluciones más prometedoras ha sido la etnografía multisitio, la realización de investigaciones en los lugares de las prácticas de los agentes en varios países. La investigación multisituada, en sus distintas expresiones, se fundamenta en la idea de dejar de lado las nociones homogeneizadoras de sociedad y nación, cultura y etnia. Los desafíos de aprender la simultaneidad a través de otros métodos de investigación multisituada son ingentes pero manejables. En el anterior debate se han presentado métodos adicionales apropiados para la metodología transnacional, como la aplicación de métodos mixtos. Lo que todos los métodos tienen en común es una visión procesual y orientada a la agencia de los fenómenos sociales transfronterizos.

Urge un estudio sistemático no sólo de los migrantes, sino de los no migrantes que participan en prácticas y formaciones transfronterizas. Los vínculos transfronterizos no se limitan a los agentes físicamente móviles, es decir, sólo a los migrantes/personas móviles y a sus familiares, con frecuencia relativamente inmóviles. De igual modo, son las personas geográficamente inmóviles las que participan en las transacciones transfronterizas (Mau, 2010). Cabe mencionar que, si bien 80% de los migrantes y sus hijos tienen algún tipo de vínculo transfronterizo, 30% de los no migrantes también lo tienen, lo que sugiere que la transnacionalidad es un rasgo de ambas categorías (Faist, 2014). Así, los métodos expuestos son adecuados para todas las formas de transnacionalidad, independientemente de que las personas o los grupos realicen una movilidad física.

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Notas

1 Este texto amplía lo expuesto en Thomas Faist (2012). «Hacia una metodología transnacional: métodos para abordar el nacionalismo metodológico, el esencialismo y la posicionalidad», Revue Européenne des Migrations Internationales, 28(1), pp. 5170.

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